Las plataformas que vemos de poco para acá en el puerto de Santa Cruz de Tenerife están en su mayor auge. Yo no tenía ni idea de que eran una especie de edificios con hasta canchas deportivas o cine que se movían por los puntos calientes de los océanos buscando gas o petróleo. El monopolio de su explotación lo tenía el puerto de La luz y de Las Palmas, y ahora también nosotros. Esto de repartir ingresos no les gusta a algunos insignes grancanarios como al delegado del Gobierno, Enrique González-Bento.

Ricardo Melchior me contaba ayer que el sanedrín de Las Palmas siempre ha existido, y que Hernández-Bento es uno de sus discípulos más aventajados. Debe ser por eso por lo que anda refunfuñando entre dientes que no entiende cómo CC aborrecía el petróleo, y Melchior está encantado con este trasiego. Una plataforma, me explicaba Melchior, no viene a buscar hidrocarburos aquí, y puede dejar a su paso por Tenerife 500.000 euros.

Por la tarde, Benicio Alonso me contó que el gran negocio es para el Estado, que es quien se queda con las tasas, pero que entre estancias de hasta tres meses, que dura una reparación, o a la espera de un nuevo destino, hay miles de trabajos y de euros. Los grandes beneficiados son las empresas auxiliares y el sector servicios. O eso cuentan. Otra pregunta es ¿qué empresas se benefician de este movidón empresarial y por qué? Y claro, ese ya es otro cantar.

JC_Alberto