A mis compañeros de viaje, Carlos, Jorge, José Manuel, Lito, Roberto y Óscar

Siempre ha sido Argentina una tierra por la que sentimos gran atracción los canarios, nos unen lazos afectivos, culturales, musicales e históricos, sin olvidar que fue uno de los refugios de los exiliados por la Guerra Civil, donde fueron muy bien acogidos. La dictadura militar y las atrocidades por ella cometidas entre 1976 y 1983 impactaron y sobrecogieron el corazón de los españoles demócratas, máxime cuando estábamos luchando por superar nuestra propia dictadura franquista, en muchos casos con actitudes similares en cuanto a represión y pérdida de derechos humanos. Recuerdo con mucho dolor las noticias que llegaban de detenciones, desaparecidos y cómo llevaron a una muerte absurda a valientes soldados en Las Malvinas. Las atrocidades también cometidas por parte de la extrema izquierda tampoco ayudaron a la paz y convivencia pacífica tan deseada por los argentinos de buena voluntad.

Siete amigos tinerfeños, tres de ellos argentinos, decidimos alquilar un microbús en Buenos Aires para iniciar una larga ruta por aldeas, pueblos y ciudades de la mitad norte argentina, en total cerca de siete mil kilómetros, lo que nos permitió conocer lo superficial, pero también lo profundo del país, incluso a los aborígenes del circuito andino. En Argentina caben cinco Españas y su río de La Plata es el más ancho del mundo. Entre los ríos Paraná y Uruguay atravesamos la provincia de Entre Ríos, disfrutando las termas naturales de Chajarí, luego Corrientes, y en Misiones conocimos la impresionante labor de los jesuitas españoles para aminorar la represión de la conquista, y si bien Carlos III los expulsó acabando con las misiones, todavía hoy se pueden visitar sus restos, como en San Ignacio Miní. Sorprendente el contraste cuando pasamos a Paraguay a través de Encarnación, ciudad fronteriza plagada de tiendas y grandes anuncios, donde la suciedad, las basuras y el abandono conviven con enormes y competitivos centros comerciales. Afortunadamente la otra parte de la ciudad está superando esas deficiencias, lo mismo que en general Paraguay, pero queda un largo recorrido.

Pasamos a Brasil para disfrutar las impresionantes cataratas y el Parque de Iguazú, tanto desde el lado brasileño como del argentino. Cuentan que cuando la esposa del presidente Roosevelt se asomó a ellas exclamó: "Pobres cataratas del Niágara", y tenía razón. Atravesamos luego Paraguay hasta Asunción, ciudad con cierto encanto, pero conviviendo los edificios gubernamentales con basureros y chabolismo feroz. Muy buena gente, pero el país precisa de gran ayuda interna y externa para parecerse a Argentina, donde, por cierto, en algunas zonas, a los lados de las grandes carreteras, sorprende también la basura. Tras cientos de kilómetros de carreteras interminables en línea recta por la provincia de Formosa, llegamos a Salta, "la linda", desde donde nos adentramos en las impresionantes quebradas de Jujuy, conectando con los indígenas, que prefieren que les llamen aborígenes, llegando a Humahuaca primero y luego recorriendo los célebres paisajes de Catamarca, que inmortalizara el cantautor Jorge Cafrune. En La Rioja visitamos el espectacular Parque Nacional de Talampaya, donde las parejas de cóndor sobrevuelan tranquilamente sobre nuestras cabezas, en Tucumán visitamos el museo orgullo de los argentinos que celebra la Independencia de España, 9 de julio de 1816, y en la provincia de San Juan el enigmático y caprichoso Valle de la Luna.

Atravesamos Santiago del Estero, famosa por las termas de Río Hondo, y continuamos hacia la pintoresca y animada Córdoba, segunda ciudad de Argentina, donde sus habitantes hablan cantando. Ya de regreso a Buenos Aires dormimos una noche en Villa Carlos Paz y otra en Villa María, ciudades turísticas, y a través de Rosario llegamos al Buenos Aires querido de Carlos Gardel, donde sorprenden tantos parques, lugares de ocio e instalaciones deportivas, llenos siempre de gente de todas las edades. Reconozco que me encantó Buenos Aires, desde el Teatro Colón al emblemático café Tortoni de Alfonsina y el mar y Jorge Luis Borges, asistí a una obra costumbrista en el Teatro Liceo, la pasión por el fútbol, y hasta fui a una carrera de caballos, solo que aposté por uno que llegó el último. Otro día hablamos de los políticos. Están muy cuestionados.

San Telmo, Mataderos, Palermo, Caminito, la plaza y avenida de Mayo, el Obelisco y la avenida 9 de julio, Recoleta, La Boca, Costanera, muy lindo todo, bellísimo, como exclaman orgullosos los argentinos.

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@JVGBethencourt