La gente sabe lo jeringado que es un atasco intestinal. Te comes un saco de higos picos y te entra un estreñimiento, un no poder, un sudar y un sufrimiento terribles. Y si te zampas un par de ayuntamientos y se te tranca el intestino político, entonces ya ni les cuento; no hay manera de que se mueva nada por ahí adentro.

El pacto, por ejemplo, está claramente estreñido. A los socialistas se les ha formado un tapón en el intestino grueso con Granadilla y el Puerto de la Cruz y los fondos de desarrollo regional, que son como el gofio, ha terminado por solidificarse y resecarse todo. Total, que el mondonguillo no se mueve y no hay manera.

Uno ve a esa gente con cara de martirio, con el rictus cambado, como si estuvieran pasando la seña del caballo de bastos, yendo del partido hacia las mesas del pacto y de las mesas del pacto hacia el partido, pero sin evacuar. Y cada vez que salen de las reuniones, con cara de circunstancias, la respuesta es la misma: todavía no hay nada. Como el parto de los montes.

Coalición Canaria no está estreñida, aunque también esté atascada. En realidad lo que ocurre es que no quiere cagarla primero. Clavijo prefiere que el PSOE se anime a tomar un laxante y se vaya por las patas para abajo. Lo que sea con tal que se vayan, aunque deje el cuarto de baño hecho unos zorros. Para que no digan que han sido ellos los que les han dado una patada en el atasco. O sea, en el culo. Porque en la Coalición oriental hay gente que le tiene mucho cariño a los socialistas, que visten mejor que los neoliberales derechosos, aunque dan muchísimo más el coñazo.

Así que se han puesto a esperar a ver si la nueva gestora es capaz de echar algo para fuera. Pero de momento todo son ventosidades, que son aire y van al aire. En realidad Canarias toda se ha convertido en un concierto de gases, para disgusto de Antonio Morales. Desde los partidos, desde las mesas del pacto, desde los micrófonos de aquí y de allá, todos intentan tirarse el pedo más grande que el culo, amenazando y criticando, pero sin que salga nada sólido de todo eso. Sólo ruido.

Aunque no quiera, a Miguel Fraga, presidente de la gestora socialista, le va a tocar pegarle un apretón a la cosa. A ver si sale. O si por lo menos se mueve. El PSOE va a tener que decidir si desatasca el pacto o si inaugura una nueva modalidad política que consiste en estar en el Gobierno en los consejos y en la oposición en el Parlamento, que igual les suena raro, pero uno ya está hecho a todo en esta tierra surrealista.

La última reunión del pacto duró no sé cuántas horas de encierro. Y después de los gruñidos, propios del estreñimiento, salió el equipo médico habitual a decir que seguimos sin parto. Que las cosas siguen atascadas. ¡Vaya mojón!