Ayer salí a comer con un grupo de amigos y desconocidos. Uno de tantos encuentros surrealistas que se tiene en diciembre. Me llamó la atención de una física pelirroja de ojos verdes que trabajaba en Chicago. Era guapa y tenía buena conversa. Me lie a hablar con ella y salieron mil temas de hace 25 años. Quería tener un hijo por reproducción asistida porque no había encontrado al hombre de su vida. Intenté estirar nuestro tiempo juntos y le comenté que mi padre se dedicaba a esto de la inseminación artificial. Aunque, como imaginarán, no era esa la solución que mi tórrida cabeza barajaba en ese momento. Tiramos demasiado del hilo y hablando de la familia resulta que era prima de mi prima.

Nunca he sabido bien qué es un primo segundo. No acierto a saber si es el primo de mi primo o los hijos del primo de mi padre. De cualquier modo, aquel asunto rompió la magia absolutamente; acabamos hablando de un montón de tías nuestras y, prácticamente todas, o estaban muertas o la parca les tocaba el timbre. La endogamia es una jodienda. Máxime si tu abuelo es hermano de 7, tu madre hermana de 8 y cada uno de ellos tiene 5 hijos. No sé qué hay de cierto en la leyenda urbana que cuenta que si te enrollas con una prima te salen niños con problemas, pero el refranero español, que tiene soluciones para todo, reza aquello de: "Prima hermana, con más gana". Y listo.

JC_Alberto