Estoy pasando unos días en Tenerife y he tenido ocasión de leer despacio la entrevista que Jorge Dávila, de EL DÍA, hizo a Fernando González Urbaneja y que salió publicada el 25 de noviembre pasado.

Leer el currículum de Urbaneja puede causar la primera impresión de ser un individuo desbordante. Ha estado en muchos sitios, se ha pronunciado en público sobre numerosos asuntos, etc. Sin embargo, cuando volvemos a leer su currículum y comprobamos lo que ha hecho en su vida profesional, la impresión es muy distinta. Urbaneja ha fracasado repetidamente en los medios de comunicación e, incluso, en la Universidad. Figura que lleva impartiendo clases desde hace años, pero no ha querido o no ha podido realizar su tesis doctoral. Sus escasos libros son hagiografías, vidas de santos; quiero decir, rosarios de alabanzas a constructores y banqueros, que son quienes le encargan y le pagan esos libros. Sólo hay que leer "Sacyr y Vallehermoso" (en colaboración con Juan Bolás Olcina) o "Ferrovial: Un viaje sin fronteras". El primero está prologado por Luis Fernando de Rivero y el segundo, por Rafael del Pino. Es decir, por los presidentes. Lo cual quiere decir que Urbaneja es hombre de confianza de los dos.

¿Son libros de periodismo? Los periodistas de verdad, no los hagiógrafos, investigan y saben construir una historia mucho más fiel. He dirigido las tesis doctorales de seis periodistas de investigación españoles, algunos de los cuales son profesores universitarios. Pues bien, el libro menos logrado de cualquiera de ellos deja muy atrás a los libros de Urbaneja.

Ha triunfado, únicamente, cuando le eligieron para presidir la Asociación de la Prensa de Madrid. Fueron unos años en los que la APM estaba subvencionada con 8,6 millones de euros por la Comunidad de Madrid. Cuando en diciembre de 2015 el PSOE, Podemos y Ciudadanos hicieron que se retirase la subvención, alrededor de 1.500 periodistas abandonaron la APM. Efectivamente, estaban en la Asociación por el Servicio Médico. En cuanto la Comunidad dejó de subvencionarlo, no encontraron utilidad alguna en seguir asociados. Pero esta es otra historia.

Urbaneja, que también presidió la Federación de Asociaciones de la Prensa (FAPE), creó la Comisión de Quejas, Arbitraje y Deontología. Y logró hacer a los periodistas españoles diferentes de los europeos. Mientras las comisiones de otros países reconocen el derecho a que el periodista interponga un recurso si la resolución le ha sido desfavorable, Urbaneja es contrario a reconocer ese derecho. La última vez fue precisamente un día antes de que estuviese en Tenerife. Durante la Asamblea de la APM, que más bien parecía una reunión de vecinos de un edificio de no muchas alturas, alzó el brazo para oponerse a cualquier revisión. Este es el Urbaneja auténtico.

Seguro que Tomás de Iriarte, el poeta canario nacido en La Orotava, pensó en algún Urbaneja de su tiempo cuando escribió:

El señor don Juan de Robres

con caridad sin igual

creó este santo hospital

y también creó los pobres.

El hospital es la Comisión de Quejas; los pobres, los periodistas que reciben un dictamen desfavorable de parte de esa Comisión. Entonces, y ahora me dirijo a los periodistas, si alguna vez, por cualquier causa, reciben un dictamen que les perjudique moralmente, vayan a los Tribunales. Con mucha probabilidad, los jueces fallarán a favor de los periodistas. Los jueces españoles garantizan mucho mejor la defensa de la libertad de expresión que los miembros de esa Comisión. Los periodistas españoles, si pertenecen a una Asociación de la Prensa, están contribuyendo a pagar a esa Comisión y a la FAPE, en general. Sólo la APM paga a la FAPE más de 100.000 euros al año. ¿Para qué? Desde luego, para pagar la soga "moral" con la que, en algunos casos, les cuelguen injustamente. Y encima, estando a la cola de Europa en cuanto a garantías. Además, su título es engañoso. Esa Comisión no arbitra y, encima, la calidad de los dictámenes, cuando se los estudia a fondo, es tan deficiente que hace dudar de la competencia, y hasta de la deontología, de sus miembros. Ah, y que difunden la condena del periodista, pero se callan y no mueven un dedo cuanto el periodista gana en los Tribunales y derrota moralmente a la Comisión.

Volviendo a Urbaneja, este planificó las cosas de tal manera que parece encantado de la vida con que los dictámenes de la Comisión sean utilizados para llevar a los tribunales a los periodistas. Menos mal, repito, que los jueces ofrecen mucha más garantías que la Comisión.

¿En qué consiste una "urbanejada"? Consta de varios elementos, de los que hoy destaco dos: a) una fanfarronada o fantasmada; y b) que oculta lo más importante de la realidad.

Ejemplo: Urbaneja fanfarronea con que había que echar de España a Paolo Vasile, el todopoderoso directivo de Mediaset de España; y aquí viene la finura de Urbaneja: la decisión de Telecinco de ocupar la frecuencia de la extinta CNN+ por el canal Gran Hermano 24 Horas es "como que te saquen los ojos y te meen en los agujeros", y constituye "la metáfora" del modelo televisivo que propugna el empresario italiano. "Que el personaje este, el Vasile este, sea el que lleve esto, es porque algunos pecados habremos cometido".

Urbaneja oculta que él ha tomado parte en un dictamen de la Comisión de Quejas, totalmente favorable a Maurizio Carlotti, entonces el mandamás de Antena 3, y principal competidor de Vasile. Urbaneja había trabajado en Antena 3 y, además, es contertulio de Onda Cero, que depende de Atresmedia. Por cierto, ¿fue o no fue Urbaneja el ponente del dictamen favorable a Carlotti? Ah, eso no lo sabemos porque ya se encargó Urbaneja de que, en el reglamento, figurase la siguiente línea: "En ningún caso se hará constar si (una decisión) fue adoptada por mayoría o unanimidad ni el nombre del ponente". El hecho real es que Carlotti aprovechó el dictamen de la Comisión para ir a los Tribunales. Perdió.

Otro ejemplo: en la citada Asamblea de la APM, se planteó el asunto de que había que rebajar la cuota a los socios que fueran parados de larga duración. Fiel a sí mismo, Urbaneja sorprendió al personal diciendo que él no pagaba la cuota porque llevaba más de cuarenta años como periodista y, poco después, desvelaba lo que muy pocos sabían: Bajo su mandato en la APM, había dos Actas; la oficial y manifiesta, y la oculta, donde constaban los favores que él hacía a algunos asociados y que resultaría molesto a los interesados que se hicieran públicos esos hechos. Es decir, que poder viene de "se puede", ligado a lo que en la Primera Restauración denominaron el "fulanismo".

Así es Urbaneja. Entonces, no entro en interpretaciones psicologistas que, cuando alguien las hace mal, resultan tan ramplonas. Urbaneja y los miembros de la Comisión de Quejas me interesan más como sujetos cómicos por las cosas que hacen: se protegen unos a otros en el anonimato, son inmovilistas, son misoneístas -es decir, se resisten a lo nuevo-, y son lo que Ortega llamó "tibetanos"; es decir, los que se oponen a las influencias que vienen de fuera. Ese cultivo de la incongruencia, de la inconsecuencia, etc., ha sido el combustible para los humoristas. Lo divertido no se opone a lo serio. Se opone a lo no-divertido. ¿O es que Tomás de Iriarte no fue serio e irónico a la vez en los versos citados? Urbaneja y sus compañeros de Comisión necesitan mucho Homero, Aristófanes, Plauto, Molière..., Billy Wilder..., y así sucesivamente. Por ejemplo, algunas melonadas que se le escaparon a Urbaneja en la entrevista. Como dicen en muchos pueblos: "¡Qué risión!".