¿Pueden ver esa estrella brillante cerca del cénit? ¿Y esa otra menos brillante? Inmediatamente después de disfrutar de una noche salpicada de estrellas en su lugar favorito de la isla, se podrían preguntar "¿pero a qué distancia están todos esos astros de nosotros?". Qué pregunta tan reveladora. Uno tiene la sensación de que las distancias a esos objetos son enormes, inabarcables. Medir distancias no es una tarea sencilla per se... y es que medir distancias en el Universo es una de las más fascinantes aventuras del saber humano.

No fue hasta 1838 cuando el astrónomo alemán Friedrich Wilhelm Bessel anunció que había medido de una manera fiable la distancia a una estrella distinta al Sol, concretamente a un astro llamado 61 Cygni. Bessel utilizó lo que los astrónomos denominan "paralaje": el ángulo que representa el cambio de posición de una estrella en el cielo con respecto a las estrellas de fondo, más distantes, cuando es observada en un momento y nuevamente 6 meses después. La estrella se encuentra entonces en el punto diametralmente opuesto con respecto a la órbita de la Tierra, lo que permite, usando un poco de trigonometría, convertir el paralaje en distancia del astro al Sol haciendo uso del radio de la órbita terrestre. Este radio se denomina, para simplificar los cálculos, una Unidad Astronómica, y equivale a 150 millones de kilómetros. Bessel fue capaz de medir un paralaje de 0,00009 grados para 61 Cygni. ¡Fíjense qué ángulos tan increíblemente pequeños! Esta medida se traduce en una distancia de 10,3 años luz, es decir, viajando a la velocidad de la luz tardaríamos algo más de 10 años en llegar a 61 Cygni. Estimaciones actuales nos dan una distancia más precisa de 11,4 años luz para este astro. Bessel, en el siglo XIX, había conseguido medir la distancia a una estrella con un desviación menor al 10%. La humanidad había comenzado a poner el Universo cercano a escala con medidas fiables.

La Agencia Espacial Europea, ESA en sus siglas en inglés, dio un paso de gigantes en la medición de distancias estelares con el satélite Hipparcos, lanzado en 1989. Hipparcos fue diseñado para la medición de paralajes con alta precisión y durante sus cuatro años de vida proporcionó distancias para más de 120 000 estrellas relativamente cercanas a nosotros. Estas medidas abrieron una nueva etapa en la Física Estelar y el entendimiento de la Vía Láctea como una galaxia a través del movimiento de las estrellas que la componen.

Casi 25 años después de Hipparcos, el 19 de diciembre de 2013, la ESA puso en órbita con éxito una de las misiones estrella para esta década, la misión Gaia. Mañana se cumplirán tres años de esta misión espacial en cuyo desarrollo han desempeñado un papel fundamental diferentes instituciones españolas. El satélite Gaia tiene como principal objetivo medir las distancias de más de mil millones de estrellas de la Vía Láctea en los próximos años, es decir, proporcionará un catálogo de posiciones y distancias estelares precisas 10 000 veces mayor que el actual generado por Hipparcos. Ciertamente estamos ante una revolución científica, pero no exclusivamente por la cantidad de estrellas observadas de las cuales conoceremos sus distancias, también por la calidad y la exactitud de las medidas. Miren ustedes, recuerden que comenté que para medir distancias estelares necesitamos medir ángulos muy pequeños en el firmamento. Pues bien, este satélite es capaz de medir el ángulo que formaría una moneda de 1 euro sobre la superficie de la Luna. ¡Increíble ¿verdad?! Pues esto no es todo, Gaia también medirá las velocidades radiales, es decir, la velocidad de la estrella en la línea de visión; los movimientos propios, que vienen a ser el movimiento aparente de los astros en la bóveda celeste; y también la composición química de las atmósferas de esos mil millones de estrellas. La combinación de esta información nos permitirá generar mapas tridimensionales de nuestra galaxia así como comprender los diferentes mecanismos de formación que han llevado a la Vía Láctea a su actual forma. El satélite Gaia también medirá las órbitas de miles de planetas alrededor de estrellas distintas al Sol, calculará sus masas y ayudará a encontrar planetas rocosos similares al planeta Tierra. Es cuestión de cuatro años que tengamos toda esta información y de hecho parte de los datos ya están disponibles públicamente. Gaia revolucionará la forma en que miramos a la Vía Láctea, la galaxia en la que habitamos.

Borja Anguiano Jiménez nació en Navarra pero lleva Canarias en el corazón. Terminó sus estudios en Física en la Universidad de La Laguna, a donde llegó atraído por la calidad de la educación en Astrofísica y la posibilidad de hacer prácticas en los Observatorios de Canarias. Antes de marcharse para continuar su carrera doctoral y postdoctoral en Alemania y Australia respectivamente, trabajó en el Instituto de Astrofísica de Canarias como técnico de Servicios Informáticos Especiales. En la actualidad es investigador postdoctoral en el Departamento de Astronomía de la Universidad de Virginia, Estados Unidos.

Coordinadora: Adriana de Lorenzo-Cáceres Rodríguez