No se asusten. Estamos en uno de los mejores países del mundo, pero el titular se refiere a una película que pusieron la semana pasada en Cine de Barrio, de esas que muchos llaman españoladas, pero que es mucho mejor cine que el que se hace hoy en día. Habitualmente me siento los sábados por la tarde para ver el programa, porque lo disfruto como un enano y porque considero que aquellos actores y actrices eran mucho más creíbles que los actuales, y aunque aún quedan algunos, es una lástima que la mayoría hayan desaparecido.

Lo presenta la gran Concha Velasco, que acaba de cumplir 78 años, y sigue con una energía envidiable haciendo también una función diaria de teatro. No fue una mujer exuberante o deslumbrante, pero sí una chiquilla guapetona y simpática que se ha labrado una carrera impresionante con más de cien películas a sus espaldas. En esta en concreto hace pareja con Manolo Escobar, con quien protagonizó muchos títulos en la época.

La trama se desarrolla desde un enfrentamiento provocado para vender más vino, manzanilla o whisky, y aprovecharon el guión para introducir otra guerra entre la canción española y la música moderna y de los melenudos de los cincuenta y sesenta. Ella es Bárbara y él Antonio Torres, se disputan las ventas, y si Manolo Escobar gana, promete cortarle la melena a Concha. No se ponen de acuerdo, se pelean, pero nace el amor. Ella termina con su pelo sin cortar, porque lo sorprende quitándose la peluca negra que lleva durante toda la película para mostrar un pelo rubio cereal, que a él no le gusta, y pillándolo otra vez porque realmente su pelo natural es corto y castaño, del que se queda prendado. El amor lo puede todo.

Si lo trasladamos a la actualidad se saca una rotunda conclusión, que la música moderna y anglosajona se han impuesto en nuestro país, y la canción española ha quedado relegada de las listas de éxito y desaparecido de las escasas o nulas emisiones musicales televisivas que hay en la programación. Me declaro un total inculto de la música actual y siento decir que si intento entonar alguna canción de las que llaman famosas ahora, no recuerdo ni el estribillo. El otro día escuché que María Carey había compuesto un villancico con el que se había hecho multimillonaria, y aunque sonó un buen rato, no me quedé con ninguna estrofa. Como dice un espectador de la película: "A mí que me pongan la del Soto del Parral".

Esas guerras también pueden trasladarse a la política, donde cada día es más difícil gobernar, pues enseguida saltan contrarios a cualquier propuesta y no son capaces de ponerse de acuerdo en nada prioritario. Las mayorías se han evaporizando y mucho habrá que trabajar para que los ciudadanos alcancemos algo de paz y tranquilidad, o logremos intuir a quien debemos votar. Ahora hay una izquierda mucho más torcida que la del PSOE y florece una derecha recalcitrante y acomplejada, así que el panorama es inquietante. Siguen erre que erre unos separatistas que no aceptan la disciplina de las leyes, y con esta falta de cordura acometemos un nuevo año. Todo esto crea una incertidumbre insostenible, y mientras los dos partidos con más votos no tengan un mínimo de inteligencia, será imposible vivir confortablemente.

En lo que ganamos al resto de países es en disfrutar del tiempo y en consumismo, por algo nos visitan setenta millones de extranjeros. Llegan porque generalmente somos amables, damos calidad, precios asequibles, y temperaturas suaves todo el año, incluyendo en verano un sol que raja las piedras. Los españoles también viajamos, y aprovechamos un solo día de más en el calendario de puentes, y tres cuartos del país se va a algún lado. Por eso digo que la economía no debe estar tan mal para muchos, pero sí hay un sector desfavorecido que sobrevive por la solidaridad de otros. Conseguir vivienda, educación y trabajo debe ser el primer reto de cualquier político, pero me preocupan dos aspectos del día a día: el paro y el terrorismo. No se debe ceder tanto ante el empuje del Islam, hay que ser más coherente con la Iglesia católica, la que lucha por las desigualdades. Feliz 2017.

aguayotenerife@gmail.com