Ese es el título del libro de Ta-Mehisi Coates, libro del año, escritor negro americano (Baltimore, 1975), editor de The Atlantic y que ostenta los máximos galardones periodísticos de EE.UU. Es un libro dirigido a su hijo y en el que explica el peso enorme de ser negro en aquel país. Mis hijos llegados de Washington, donde trabajan en organizaciones internacionales, que hicieron campaña por Obama y luego por Hillary, hacen inevitable hablar mucho de aquel país. Que tiene la ventaja de que así no hablas de este.

No he sentido jamás mayor admiración que por los Obama (otro regalo ha sido la autobiografía de Barack) y siempre me ha parecido que representaban a la verdadera "Nueva Frontera" kennedyana de Norteamérica, por su aplastante simbolismo y significado emocional e inconsciente proyectado a largo plazo y que parece ya va dejando sus posos en iniciativas que así parecen apuntar.

El racismo es un tema recurrente en nuestras conversaciones navideñas. La población negra de EE.UU. es el 12 por ciento de la población, muy desigualmente repartida (Washington: mayoría negra). Sin embargo, la población penal es más del 30 por ciento: el triple. Tema muy de actualidad por las muertes de negros a manos de la policía, a veces con visos de epidemia.

El antropólogo Mikel Azurmendi en su libro "Todos somos Nosotros" hace un recorrido por la emigración en Europa y Norteamérica (Canadá incluida): el multiculturalismo (GB), asimilación (Francia), invitados (Alemania), comunitarismo (EE.UU.)... De la comunidad negra americana subraya el peso de la esclavitud y el subsiguiente victimismo generado, la desestructuración familiar con madres adolescentes de hijos que no conocerán al padre, la ineficacia de la discriminación positiva como está planteada, y como la mayoría de esos chicos tienen altísimas posibilidades de terminar en la cárcel (muy superiores a los blancos). Lamenta Azurmendi que los que han sabido aprovechar la discriminación positiva y mejorar sus vidas abandonen los barrios negros, muchos sórdidos, sin que puedan servir de estímulo próximo a su comunidad.

Mis hijos insisten en el racismo. No les basta argumentar y traen libros. H-M Coates, que estudió en la Universidad negra de Howard (Washington), fundada en fecha emblemática, 1865, final de la Guerra de Secesión, nos narra en primera persona lo que tiene de hondura, de cosmovisión radical el ser negro en EE.UU. poniendo el cuerpo como gran significante del riesgo, el handicap, la violencia y, en consecuencia, el miedo como compañía vitalicia. Estas pruebas, lejos de descalificar la importancia de la era Obama, la engrandecen.