Y resultó que las Campos son unas ordinarias. Máxime Terelu, que mandó a la madre a comerle la porra al tal Edmundo a media noche. Presentadas por Telecinco como si fueran compañeras de protocolo de Isabel Preysler, protagonizaron un "reallity" esperpéntico. Mientras hablaban con esas bocas llenas de comida y haciendo aspavientos, parecía que esta familia (que creíamos de alto copete) no conocía la educación ni de oídas. El programa, que vendieron por una pasta gansa, se rodó en Nochebuena. Y para la ocasión las vistió su peor enemigo, llegando a embutirlas como salchichones en algún traje. Su glosario de conversaciones no tenía un centímetro de profundidad, adueñándose de topicazos navideños, preocupaciones triviales y una tontería detrás de otra. Es la mesa de Navidad más sosa que ha parido madre, yo soy el tal Edmundo "bigote" Arrocet, me levanto y me mando a mudar. Chiquitas mujeres sin sustancia.

Terelu, que es caprichosa y maleducada, siempre ha sido una segundona de mamá por mucho que intente zafarse de su rol. Ya cuando la roja Bescansa armó el lío patrio por llevar el bebé al Congreso, María Teresa llevaba 30 años llevando a Terelu al trabajo. Uno llega a pensar que esta tropa entiende que no hay nadie más interesante que ellas mismas en toda la galaxia, y lo digo por el vomitivo peloteo y yoísmo en el que viven. Es que se adueñan hasta del sentimiento de pérdida. Hay qué mala es la gripe, uno se mete en la cama a ver la tele y claro, se da cuenta de que la categoría de horterada de las Campos es, únicamente, comparable a la de Gran Hermano.

@JC_Alberto