Muy recientemente, algunos partidos políticos vienen proponiendo articular en el Congreso que las subvenciones que se reciben por los votos obtenidos en las elecciones generales se sustancien en orden al grado de democracia interna que se practique. ¡A estas alturas y con estos pelos!

La Constitución que nos dimos en 1978 dice en su artículo 6: "Los partidos políticos expresan el pluralismo político, concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular y son instrumento fundamental para la participación política. Su creación y el ejercicio de su actividad son libres dentro del respeto a la Constitución y a la ley. Su estructura interna y funcionamiento deberán ser democráticos".

Leído el texto cabe decir, en estos momentos, que algunos partidos que están en el Congreso deberían estar fuera del mismo por su carencia de "respeto a la Constitución y a la ley".

En orden a "democracia interna" y en el partido (PSOE) en que milité hasta agosto de 1985, del que me vi exiliado, venía estando en tela de juicio tal mandato constitucional. En el VI Congreso Regional, una importante agrupación del PSOE en Tenerife se veía precisada a presentar una enmienda cuyo texto decía: "(...) la consolidación de la democracia en España (...) hace aconsejable la incorporación progresiva a la vida interna del partido de fórmulas que posibiliten un mayor protagonismo en la toma de decisiones (...) ha llegado el momento de liderar el proceso de profundización en el mandato contenido en el artículo 6 de la Constitución de que los partidos han de tener una estructura interna y funcionamiento democrático". Esto se sometía a debate en septiembre de 1994.

Habían pasado doce años desde que el PSOE había ganado las elecciones generales con más de 200 escaños en el Congreso de los Diputados. Habían pasado casi nueve años (marzo de 1985) desde que yo había denunciado internamente la carencia, el resquebrajamiento de la democracia interna en el partido. Cosa que llevó a mi expulsión, a mi exilio de aquel PSOE al que había entregado tanta ilusión, esfuerzo y tiempo que puso en riesgo mi convivencia familiar.

Han pasado 38 años desde que nos dimos el texto constitucional y nuestros partidos políticos, algunos, andan tratando que esa democracia interna se vea forzada a ser en virtud de los incentivos económicos. Qué pena haber llegado a esto. La ética, la moral, el respeto al mandato constitucional en el éter, a por uvas, como el que oye llover. Cuánto de responsabilidad tienen los dos partidos que han sido mayoritarios. Cuánto en que por tales causas hayan eclosionado nuevos partidos que, viniendo a adecentar la vida política, caen en similares conductas. No era esto, no, por lo que algunos luchamos.