Un detestable efecto secundario de estos tiempos que vivimos es que muchos asuntos, por no decir todos, se analizan siempre desde posiciones fuertemente sesgadas por prejuicios. Cuando gobierna la derecha sus medidas son siempre discutidas y descalificadas por la izquierda. Y lo mismo ocurre cuando es al contrario. Pero es un hecho que hay medidas positivas que se han hecho por unos y por otros y que han contribuido al progreso y al desarrollo que ha vivido nuestro país. La pena es que en ocasiones nos ciegue el sectarismo y queramos también tumbar lo bueno que los otros han hecho o que no seamos capaces de ponernos de acuerdo en más ocasiones, en temas claves, como la educación, el modelo territorial o la financiación de los servicios esenciales.

La reforma laboral aprobada por la mayoría que tuvo el PP en el Congreso de los Diputados en la anterior legislatura ha tenido muchos efectos en el mercado de trabajo en España. Unos han sido negativos y son denunciados habitualmente por sindicatos y agentes sociales. Otros han sido positivos y se pueden apreciar en la evolución de las cifras de paro.

Es cierto que la salida de nuestro país de un largo periodo de crisis y el crecimiento económico son los principales factores que explican la creación de empleo. ¿Ha sido la reforma laboral o el aumento del PIB lo que ha creado empleo? Es imposible contestar a esa pregunta de forma fiable. Probablemente ambos factores han tenido que ver y por supuesto mucho más la reactivación económica. Como ha dicho un famoso economista español, el aumento del consumo y el calentamiento de la economía ha sido el viento y la reforma laboral ha sido la vela. Sin el viento la vela no sirve absolutamente para nada.

Este año pasado hemos batido records en la lucha contra el paro. Las cifras son incontestables. En Canarias y a la espera de los datos de la EPA, que considero más fiables, hemos descendido hasta los 229.000 parados según los datos de paro registrado. En Tenerife el paro bajó hasta las 97.000 personas, con un descenso de casi 18.000 parados con respecto a diciembre del año anterior. Hemos regresado a las cifras de desempleo que teníamos en 2009, cifras que se acompañan con un nivel de empleo similar al periodo de antes de la crisis. Una victoria pírrica, porque aún seguimos teniendo miles de personas en paro. Pero una señal de que vamos por el buen camino.

El Gobierno presume, con razón, de que el año pasado se han creado 540.000 empleos, mil quinientos cada día. Son cifras que no se daban desde el comienzo de la espantosa crisis económica de casi una década que hemos vivido. Quienes se niegan a admitir estos datos y la evolución positiva de las cifras del paro no hacen más que encerrarse en posiciones políticas, en la ceguera de intereses electorales que toman a los ciudadanos por tontos. Esto es lo que es: las cifras del paro bajan.

Ahora bien, no todo es de color de rosa. Primero porque seguimos teniendo unas cifras de parados que son inaceptables y que en el caso de Canarias constituyen un escandaloso fracaso social. Tenemos miles de familias en las que todos sus miembros carecen de empleo, y mientras esto sea así, hablar de éxito en la lucha contra el desempleo es una desvergüenza. Segundo, porque a pesar de que creamos empleo, la flexibilización del mercado laboral -que era uno de los más protegidos de Europa- ha tenido efectos indeseables como la inestabilidad de las relaciones laborales, su prevaricación o la temporalidad de los contratos, amén de salarios que no han evolucionado a la par de la mejora económica, abriéndose paso en las estadísticas una nueva categoría, ya presente en algunas economías que siguieron el camino de la liberalización, como Alemania, Reino Unido o EEUU, la de los trabajadores pobres.

El Gobierno, con la reforma laboral, abarató el despido (con la intención de que contratar no fuera una carga para las empresas) y liberalizó el mercado del trabajo, que mantenía protecciones provenientes del franquismo profundo. Pero no disminuyó los costos laborales totales (que incluye lo que recauda por cada trabajador) y provocó, con el aumento de los impuestos y la liberalización de las relaciones laborales, una caída del poder adquisitivo de los salarios y las pensiones.

En Tenerife hemos creado el año pasado siete mil nuevos empleos. Durante ese periodo se hicieron 329.000 contratos, una cifra que precisamente por ser abultada nos tiene que llamar a la reflexión. Es verdad que la contratación indefinida creció, con respecto a 2015, en un 16,22% y la temporal "solo" un 6,43%, pero el alto número de contratos en relación al empleo creado demuestra que hay cosas que cambiar en la reforma laboral, en el sentido apuntado por muchos economistas: mejoras de la condiciones de negociación colectiva y simplificación en las situaciones de contratación. También es necesario reducir la carga fiscal sobre el empleo de forma que se reduzca el coste laboral total y se premie la creación de empleo.

Se puede ver lo positivo y lo negativo de las cosas. De hecho es lo que se dede hacer cuando se quieren sacar conclusiones acertadas de los efectos de las políticas en la sociedad. Y una de esas conclusiones es que el papel de las corporaciones locales, Cabildos y Ayuntamientos, ha sido definitivo a la hora de trabajar en la primera línea contra el paro. Porque en la lucha contra los efectos del desempleo (que es la lucha contra un tipo de pobreza) son las corporaciones locales las que miran a su gente a los ojos, los que saben qué familias están en situación de dificultad, los que se mueven en el terreno de la cercanía en el conocimiento de las cosas. Porque el paro, al final, no son cifras, sino personas, vecinos, familias de nuestros municipios. En la isla y desde hace unos años hemos trabajado mucho desde el ámbito local con las entidades que vinculan exclusión social a desempleo, y así hemos conseguido ayudar a remediar muchos problemas con rostro.

El barco lo movemos porque sopla el viento y entre todos hemos desplegado las velas. Pero aún seguimos teniendo gente que nos necesita y nos espera. Más que celebrar las buenas cifras, estos días debemos concentrarnos en afrontar este nuevo año con un compromiso renovado: seguir en la lucha para que todos los tinerfeños y tinerfeñas tengan acceso a un trabajo digno, a ganarse la vida y a mantener a sus familias.

*Presidente del Cabildo de Tenerife