Llevamos años y años, demasiados, padeciendo el lamento y la voz mártir de parte de organizaciones políticas y sindicales de Cataluña, entre ellos del actual secretario general de UGT, pasando de Pepe al Pep para volver al Pepe, sobre la legítima defensa del derecho a decidir del pueblo catalán sobre un referéndum de independencia.

De la misma forma, venimos oyendo hasta el hastío la invasión del condado de Barcelona por las fuerzas borbónicas, el significado del año 1714 (hace más de 300 años), el fortalecimiento de la lengua catalana, la libertad de expresión en una única dirección...

Pero, a su vez, desde esta tierra tan alejada y maltratada, como ha sido Canarias, asistimos atónitos a tan cansinas consignas interesadas de imposición y chantaje hacia los otros pueblos que componen el Estado español, produciendo al final un aprovechamiento de la riqueza para la sociedad catalana en detrimento del pueblo canario, un territorio alejado miles de kilómetros de Madrid y Barcelona.

Los hechos no son inventados, ni mucho menos. Se pueden mencionar multitud de privilegios históricos obtenidos en democracia y dictadura, como la localización de la industria del automóvil, de la industria textil, la celebración de las Olimpiadas, la instalación de empresas multinacionales, la celebración de congresos y eventos mundiales, las astronómicas cifras económicas invertidas en infraestructuras..., y para los demás quedan las migajas, como ha sido el caso de Canarias.

¿Derecho a decidir de Cataluña? Pero ¿qué es derecho a decidir?, ¿qué significa esa ingeniera de palabras manipuladoras? Pues muy sencillo. La celebración de un referéndum vinculante que decida la independencia de Cataluña.

Eso sí, como el hijo que se independiza de sus padres, pero estos le pagan el alquiler de la vivienda, agua y luz, y los viernes llevan la ropa sucia y los tupers vacíos para que papá y mamá laven la ropa, la planchen y le hagan la comida.

A Canarias le asisten muchas razones más que Cataluña para un trato específico por su lejanía. Al menos la aplicación de un régimen económico y fiscal solidario y justo con esta tierra.

Canarias es un territorio alejado, insular y fragmentado de la Península, concretamente a 1.700 km de Madrid y 2.100 km de Barcelona, tardando un vuelo dos horas y media y tres horas, respectivamente, para los que residan en Tenerife y Gran Canaria, mientras que los residentes de las Islas no capitalinas tendrán que coger además un barco o avión de más.

Vivir en Canarias resulta muy difícil, especialmente para los trabajadores y pensionistas; con los peores sueldos y pensiones del país; con precios de los productos de primera necesidad y básicos muy caros; con transportes carísimos; con una doble insularidad que genera más carestía y pobreza en las islas no capitalinas; sin un tejido industrial que ofrezca la posibilidad de contratación de un importante número de trabajadores; con un coste adicional de aduanas para compras a través de internet; con las universidades y centros sanitarios de referencia a miles de kilómetros; con un porcentaje inadmisible de parados canarios del 26,75%; con 50.000 hogares sin ingresos; un tercio de pobreza infantil; con un mercado laboral muy reducido y sin posibilidad de inserción laboral...

Canarias, región ultraperiférica, a diferencia de Cataluña, si apelamos a factores históricos como hechos diferenciales y excluyentes, fue conquistada, según historiadores, a finales del siglo XV, entre otras, por tropas del Reino de Aragón, de la que dependía el condado de Barcelona.

En Cataluña hablan de un año, 1714, y en Canarias para quien lo desconozca hay otro año, 1496. La Cantata del mencey loco, Beneharo el de Anaga, del grupo Los Sabandeños, es muestra de la historia. Por ello, venir a invocar y obtener beneficios a través de estos acontecimientos me produce vergüenza y asco, porque conlleva a utilizar a los ciudadanos, con todos sus medios propagandísticos, para azuzar enfrentamientos entre las sociedades, con el único fin de aprovecharse en su beneficio personal algunos salvapatrias que solo han pensado en el problema del 3%, mientras cierran hospitales y escuelas.

Ese tipo de planteamiento político y social resulta deplorable y repugnante. Si en pleno siglo XXI hacemos un llamamiento a una política chantajista e insolidaria, actuaríamos como una sociedad de innumerables aldeas medievales aisladas donde los pueblos pequeños serían aniquilados y sometidos.

Lo lamentable es que algunos jóvenes catalanes, fuera de su territorio, no sepan preguntar en castellano cuestiones básicas que parecen irreales, como dónde se encuentra un baño o por una determinada ruta. Personalmente, no quiero ese futuro para nuestros jóvenes.

*Exsecretario general de UGT Tenerife y FSP-UGT Canarias