Los principales partidos de la oposición, PP, PSOE, Podemos y Nueva Canarias, quieren que el pleno del Parlamento de mañana se emita por la televisión pública canaria. El objeto de sus desvelos es darle la mayor difusión posible a la operación "tormenta del desierto", que va a descargar sobre el Gobierno en minoría de Clavijo un bombardeo intensivo de críticas.

El pleno tiene más expectativas estéticas que prácticas. O lo que es lo mismo, es un pleno político. La democracia tiene mucho de formal y es normal que un Gobierno que se ha quedado en minoría acuda a la cámara a explicar la movida. También entra dentro de la lógica que los partidos de la oposición aprovechen para pegarle en la cresta al presidente, poniendo en evidencia la insuficiencia de sus apoyos parlamentarios. Pero el acontecimiento viene a sumarse al espectáculo de unos partidos ensimismados en sus cosas de poder, con tendencia a transformar la política en un espectáculo, un fin en sí mismo y una interminable y paroxística campaña electoral.

La gente, por lo que cabe suponer, quiere saber si este gobierno va a seguir o se lo tumban. Si el PP va a firmar o no un pacto con Coalición Canaria. Si los socialistas serán capaces de apoyar un candidato y un programa de derechas, junto a Nueva Canarias o Podemos. Pero nada de todo eso, previsiblemente, tendrá respuesta mañana. Porque puestos a marear la perdiz, el oficio y el beneficio de nuestros líderes está en seguir estirando el chicle sin que nadie dé un paso al frente.

Concluir que Clavijo está en minoría es como decir que el agua moja. Es un tema sabido. Que se lo recuerden durante varias horas será un apasionante ejercicio de majapapas. La gran pregunta es si la polícroma oposición será capaz de darle una patada en las nalgas. Desde Gran Canaria, que ha manejado desde el comienzo del mandato el solvente argumento de la partida de nacimiento, estarían encantados de mandar al banquillo a un presidente de Tenerife. Nueva Canarias estaría dispuesto a hacer presidente a Asier Antona y, si me ponen, al mismísimo Trillo, con tal de quitarse de en medio a Clavijo. Pero Podemos y parte del PSOE no está tan claro que se traguen ese sapo.

Los socialistas están enredados en una crisis geofísica, en un choque de placas tectónicas internas. Hay un sector del PSOE que quiere jubilar a Patricia Hernández y volver a pactar con los nacionalistas con un nuevo equipo. Hay otro que está dispuesto a tragarse el programa del PP, una Ley de Suelo de barra libre y lo que hiciera o hiciese falta, para pulverizar a Coalición Canaria. Todo eso está aderezado con la sorda batalla para hacerse con la secretaría general del partido en Canarias.

El único que mantiene una cálida y divertida sonrisa es el líder del PP, Asier Antona, convertido de facto en la nueva centralidad de las Islas. Nada que perder y todo por ganar hacia un lado o hacia otro. Qué cosa más divertida la política canaria.