Mientras en España llevamos varios decenios pendientes de a ver cuándo los secesionistas vascos y catalanes se deciden de una puñetera vez por dejar de marear la perdiz, y no sólo en el sentido cinegético del término, sino en relación al tiempo, dinero y energías que nos están haciendo pasar al resto de los españoles -con el consentimiento cómplice, pusilánime y vergonzoso de la mayoría de los Gobiernos españoles-, y deciden, por fin, si se van o se quedan, los alemanes -que para estas cosas son muy suyos-, cuando les ha surgido algo parecido, lo han solucionado en un santiamén.

Los tribunales de justicia alemanes no se "casan" con nadie; y menos aún si se trata del Tribunal Constitucional, que, con una sentencia de apenas cuatro líneas, ha parado en seco la intentona secesionista del Partido de Baviera, que, liderado por el ultranacionalista Florian Weber, persigue la independencia de una de las regiones o "lands" más importantes y ricas de Alemania, como sin duda lo es Baviera. Dicho tribunal, simple, sencilla y categóricamente, les ha recordado que: "Los Estados federados no son dueños de la Constitución". Además, les recuerda lo que se menciona en el artículo 20.2 de su Constitución: "Todo poder del Estado emana del pueblo". "Por consiguiente, los länder carecen, según la Carta Magna alemana, de competencias para llevar a cabo procesos secesionistas. En la República Federal de Alemania, como Estado nacional, la soberanía recae en el conjunto del pueblo alemán". Y se acabó la discusión.

Pero a diferencia de España y de nuestras políticas del palo y la zanahoria, a saber: yo, desde el más rancio rencor, me hago la víctima y tú me pagas para que me calle, al menos durante un tiempo, mientras yo expolio y robo lo que puedo y someto a mis conciudadanos a un lavado de cerebro ideológico, donde la pura supervivencia social se asienta en la melancolía de la posverdad histórica, y la laboral y personal en la eterna gratitud de la subvención controlada, todo ello aderezado del oportuno victimismo nacionalista como método para ir contra la democracia, la ley, la libertad individual y el orden constitucional establecido; en Alemania, aplican su otro famoso artículo, el 21.2, que dice: "Los partidos que por sus fines o por el comportamiento de sus adherentes tiendan a desvirtuar o eliminar el régimen fundamental de libertad y democracia, o a poner en peligro la existencia de la República Federal de Alemania, son inconstitucionales".

Como ven, los alemanes lo tienen claro. Al menos mucho más que nosotros, que a veces necesitamos de 40 folios para dejar claro lo que se puede manifestar en cuatro líneas, no más. Asimismo, se toman en serio esto de la democracia y de la sedición; aquí, en España, somos diferentes hasta para la rebelión; incluso exportamos ideas de cómo llevar a cabo golpes de Estado encubiertos o a plazos; para eso somos así de originales, hasta para las alcaldadas. Lo que sucede es que, al mismo tiempo, no somos capaces de valorar, interpretar, denunciar, juzgar, condenar y meter en la cárcel tanto al que pretende desbaratar nuestra democracia, y de camino quitarnos la libertad a tiros, como Tejero, como a los que lo hacen a través de la conspiración, la insurrección y la desobediencia a las leyes establecidas, como Mas y Puigdemont.

Es necesario, pues, combatir a los nacionalistas con todo el peso de la ley, pero sin remilgos, ni nostalgias, ni buenismos ni gaitas; hay que hacerlo sin complejos, desbaratando sus medias verdades y sus desmesuradas mentiras; a través de la educación -que jamás debió ser cedida a las autonomías- y de la información; desbaratando ideológicamente su realidad paralela, su ya cansino victimismo y su perezoso mantra del enemigo español que nos roba y nos maltrata. Y, a ser posible, en cuatro líneas nada más.

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