Tengo amigos que dan buenas noticias y tengo amigos que dan malas noticias. Entre los primeros, a los que prefiero, está José Luis Fajardo, el pintor, que lleva un siglo en Madrid y que desde hace muchos siglos lleva La Laguna, muy especialmente La Laguna, en el corazón. Ahí nació y ahí vuelve cada vez que le da la ventolera.

Ahora me ha llamado para darme la buena noticia de que vuelve otra vez a La Laguna, esta vez con "toda" su obra en la enorme maleta generosa en la que guarda sus cuadros, de todas las épocas, hasta estos tiempos llenos de melancolía irónica, emparentado con Velázquez y con Goya, y consigo mismo, pues nunca ha perdido Fajardo esa ambición cumplida de ser él mismo.

Los cuadros los ha seleccionado Carlos Díaz Bertrana, que mantiene en la Fundación de la Caja, en Santa Cruz, la extraordinaria antológica de Pedro González, que mucha gente se está perdiendo tontamente. Espero que no pase lo mismo con la antológica de Fajardo. Esta se va a abrir este día 3 de febrero en el viejo Instituto Cabrera Pinto de La Laguna, uno de los espacios más hermosos de la isla, uno de los más inolvidables del mundo que va conmigo. Cuando voy a La Laguna, si tengo que ponerme en orden, me voy allí, a aquel hermoso patio, y salgo como si fuera otro, o quizá el mismo pero renovado.

Fajardo, y la obra de Fajardo, tienen sobre mí el efecto del patio del Instituto. Está llena de vitalidad, de alegría y de sarcasmo, y además de sosiego, como su mirada de hombre entusiasmado y escéptico, indiferente e interesado. Un alma introvertida y un alma expandida, ha hecho de esa personalidad tan diversa el fundamento de su arte: no te deja indiferente, te abraza o te rechaza, pero siempre está alerta, como sus ojos, esas centellas cuya luz el tiempo no ha disminuido.

El 3 de febrero, pues, es la cita, junto al patio bellísimo, la pintura de Fajardo. Allí quiero estar. Como voy a estar, el 1 de febrero, en la frontera con la celebración de la Candelaria, en la presentación de una novela de Pedro L. Yúfera, "El último rey de Tenerife". Esta noticia me la dio otro canario de excepción, José María Segovia, abogado, hijo de su homónimo, don José María, que fue muy destacado colaborador de este periódico y muy amigo de su editor, don José Rodríguez Ramírez.

Aquel Segovia padre y este Segovia hijo siempre me dieron buenas noticias, y ahora me las da el hijo. Pues fue el abogado Segovia el que me anunció que Yúfera iba a presentar este miércoles próximo ese libro de título tan atrayente y de escritura histórica tan apasionada. "El último rey de Tenerife". Será en el Casino de Santa Cruz, a las ocho de la tarde.

Yúfera, el autor, es abogado como Segovia; ejerce, con mucho éxito, en Barcelona, donde ha sido decano del Colegio de Abogados de Cataluña. Ya publicó una novela de éxito, "El milagro de las abejas". Y esta nueva va camino de serlo; entre nosotros, los isleños, seguro que lo será. La historia es la de "los trapicheos de Alonso Fernández de Lugo, al que los reyes han concedido el mando de la expedición para conquistar la isla de Tenerife".

Esta isla (estas islas) han convocado aquí a Bertrand Russell, a Agatha Christie, al padre de Oscar Wilde, a muchísima gente; André Breton hizo aquí una escala fructífera, como Alexander Humboldt... Yúfera está en esa lista de los foráneos que sintió el impulso de querer saber más de esta tierra y de su historia. Si quieren ver de dónde le viene esta pasión por hurgar, como novelista, en la historia de aquel encuentro difícil que acabó con la conquista, vayan a oírle al Casino. Allí nos vemos, igual que nos veremos en la exposición de Fajardo, este joven que ahora por el mundo diciendo que ya es mayor.

Estas son dos buenas noticias.