La matemática del caos debería establecer un laboratorio de pruebas en Canarias. Aquí en vez del batir de las alas de una mariposa tenemos el ruido de las zapatillas de deporte de Cristina Tavío, trotando de madrugada por Lanzarote camino de una carnicería y haciendo unas impagables declaraciones para colgar en su página de Facebook.

Resulta que en el PP empiezan a aparecer candidatos a la sucesión en la presidencia regional que dejó vacía, con un hueco muy grande para rellenar, José Manuel Soria. Juan José Cardona, el exalcalde de Las Palmas, fue el primero en dar un paso al frente anunciando que iba a presentarse. Hernández Bento, que había mareado un poco la perdiz, parece ahora decidido a tirarse también a la piscina. Y Cristina Tavío, que de no existir tendría que ser inventada, se graba un vídeo haciendo "footing" o "running" o como llamen ahora los finos eso de correr, y reflexionando sobre que si las bases se lo piden a ella tampoco le importaría ser la primera mujer en presidir al PP canario. A todo esto ha respondido Asier Antona poniendo por delante a media docena de alcaldes que han confesado públicamente su apoyo entusiasta al actual presidente y haciendo llegar a Canarias algunos explícitos mensajes del aparato en Madrid.

La carga de población que se avizora sobre la presidencia de los Populares promete un interesante tomate donde, si no se controlan, alguna gaviota canaria puede terminar perdiendo las plumas. Porque esto se sabe cómo empieza pero no cómo acaba. No hay más que mirar el Cabildo de Gran Canaria, que estaba Antonio Morales tan tranquilo el hombre y le ha caído la del pulpo. Podemos ha terminado expulsando a Juan Manuel Brito, vicepresidente en el pacto con Nueva Canarias. Y ahora Morales se ve con dos votos de Podemos por un lado y dos de Sí se Puede por el otro. Y a matar entre ellos. Se le puede enyugar la pella de gofio como no ande listo. Porque toda la política está como asirocada. Miren, por ejemplo, La Laguna, donde Por Tenerife ha disuelto la coalición con Nueva Canarias dejando a tres concejales en una curiosa circunstancia etérea. Dicen que nadie había rendido cuentas (ni políticas ni financieras) durante muchos meses a la gente de Por Tenerife, a los que le llenó la cachimba. Los servicios jurídicos municipales andan devanándose los sesos sobre el estatus de los concejales que se presentaron bajo la coalición ya inexistente, porque, de pasar a ser no adscritos, lo de la moción de censura en La Laguna pasaría de ser un proyecto difícil a una quimera imposible.

Todos los techos tienen goteras, pero esto ya es una catarata. La mariposa del Gobierno aleteó y de repente se ha desatado un viento ciclónico que se está llevando todas las pelucas. Al final el desencuentro entre socialistas y nacionalistas va a quedar como un agua de borrajas ante la expansión de los conflictos políticos que explotan a derecha e izquierda.