En sus sesiones de trabajo y en una multitudinaria rueda de prensa escenificaron el pleno acuerdo, el compromiso y la solidez del eje franco-alemán; repartieron las reflexiones y las críticas y pidieron, desde ahora, a sus socios continentales unidad y cierre de filas para enfrentar los continuos desafíos y las negras profecías del arrogante Donald Trump. En declaraciones a prestigiosos medios escritos, el inquilino más estrambótico de la Casa Blanca se congratuló del éxito del "brexit" británico y vaticinó que, "tras el portazo del Reino Unido, otros muchos países saldrían también de la Unión Europea" y celebró, "a medio plazo", la muerte irreversible y el funeral del euro.

Así las cosas, en el que pudo ser uno de los últimos encuentros bilaterales entre Angela Merkel y François Hollande, que finalizará su tenso mandato el próximo mes de mayo, se intercambiaron opiniones y concertaron estrategias ante "los nacionalismos insolidarios que amenazan nuestro modelo de sociedad y el libre comercio", según la canciller alemana, y "el populismo de ultraderecha" que, sin pudores ni escrúpulos éticos, tiene rostros, nombres y apellidos.

La que se había presentado como una reunión de trámite para preparar la cumbre comunitaria -a celebrar en la isla de Malta el próximo viernes- superó las expectativas, produjo una útil hoja de ruta, basada en la firmeza de la razón y la cohesión "frente a los retos que plantea la administración norteamericana respecto a las reglas comerciales y también a la que debe ser la posición europea para solucionar los conflictos del mundo".

Merkel y Hollande huyeron del dramatismo y la réplica visceral a las provocaciones diarias a través de los "mass media" y las redes sociales. Coincidieron en la necesidad y la urgencia de "hablar de forma clara" con el excéntrico y déspota mandatario, "porque fue elegido por los norteamericanos para ser presidente", pero advirtieron de que acudirían "con la legitimidad de nuestros intereses y valores y con una plena convicción europea", que no puede ni debe burlar un zafio parvenu sin ninguna inquietud, compromiso o experiencia social o política hasta los setenta años. Ante la peligrosa satisfacción que trajo a la ultraderecha el cuadragésimo quinto presidente USA, no existe otra medicina que Europa, más y mejor Europa, de una vez por todas.