Cuando el otro día escuché a una persona llamar "desviado" a un homosexual me chirriaron los oídos. Los gays de hoy eran los maricones de siempre, comentaba. Teniendo más o menos razón, supongo que al entorno gay no le gusta que los llamen así. Y sólo con eso debería bastar, pero no basta. El lenguaje evoluciona intentando no hacer daño a los colectivos más desfavorecidos. Hoy los discapacitados no son tullidos o subnormales, ni los alcohólicos son borrachos. O sí, pero hablo de la no humillación y de la tolerancia. De arrimar el hombro, de saber convivir y de avanzar juntos. Sobre la espalda de las personas "distintas" pesa una losa que ya me gustaría a mí ver cargar a quienes las intentan ridiculizar. Y es hora de ponerles freno.

Hoy es un buen momento para ir a la guerra, un instante fantástico para emprender una cruzada personal, una batalla sin cuartel. Una lucha de compromiso con la dignidad. Este es el día y esta la hora. Levántate si no lo has hecho, ponte en pie y entiende que esto es un ahora o nunca. Esta es una mañana ideal para enfrentarnos contra los humilladores sin pudor. Te animo a gritarles "basta" a cara de perro y a combatir codo a codo. En una sociedad cada vez más diversa, la palabra se antoja como una gran herramienta para unir y una de las más recurrentes para separar. Luchemos por ella, luchemos por todos, luchemos por hablar sin hacer daño.

@JC_Alberto