Un allegado mío me invitó a bajar el pistón porque, en este mismo espacio, me había metido con la concejala de Fiestas santacrucera, Gladys de León. Y claro, él tenía sus relaciones personales con la protagonista de ayer. Lo mandé a tomar viento fresco. Uno empieza a estar ya cansado de esta suerte de chaqueteros que un día están contigo y al día siguiente contra ti. Suelen ser los primeros adulones que te felicitan por un artículo si algo bueno les va en ello, y los primeros en pedirte explicaciones si les ocurre todo lo contrario. Hablo de esos que pretenden quedar bien con todos en una boda, aunque sabemos que es un imposible. A menudo, son los que te sugieren temas escabrosos a tratar, y lo hacen mientras se frotan las manos, mientras esbozan una sonrisa en esa misma cara de culichichi con la que tiran la piedra y esconden la mano. Pero es su "modus vivendi".

Y no son mala gente, lo que ocurre es que viven cómodamente en su inopia, en ese lugar donde nada te ocurre porque nada arriesgas, allí donde viven los cobardes. Pero los que cada día nos partimos la cara con la actualidad estamos acostumbrados a este tipo de ingratos personajes y a tantos otros. A este lado del teclado nos jugamos el tipo cada jornada, y lo hacemos con conocimiento de causa. Unas veces por los que no tienen voz y otras porque entendemos que siempre hay otro punto de vista. Muchas por las causas perdidas y otras tantas por nuestras convicciones. Y no buscamos reconocimiento ajeno, no queremos "glamour"; en esta guerra de trincheras donde sabemos qué poderes están enfrente, lo único que pedimos es que los de afuera no nos toquen las pelotas.

@JC_Alberto