En pocas ocasiones he podido percibir la emoción profunda, como la experimentada hace unos días en la parroquia de Santa Rita de Madrid, al escuchar y acompañar a la treintena de sacerdotes, buena parte agustinos recoletos, con su P. General al frente, y múltiples fieles, cuando se entonó la canción "La muerte no es el final del camino", con ocasión del funeral por el eterno descanso de Fr. Jesús Álvarez Maestro, OSA, fallecido el día 5 de enero de 2017, víspera de los Reyes Magos, en Valladolid.

Nace el día 8 de agosto de 1928, en San Millán de la Cogolla (La Rioja), donde hace sus primeros estudios primarios. Los de Filosofía, en Monteagudo (Navarra), y los de Teología en Marcilla (Navarra) y Comillas (Cantabria). Se doctoró en Sagrada Escritura en Salamanca, siendo ordenado presbítero en 1951, en Marcilla, por monseñor Francisco Javier Ochoa.

El P. Álvarez fue prior y párroco en los primeros años de la citada parroquia (1964-1967) y en otros momentos desde 1973. Era la etapa inicial en la cual don Jesús, por su formación y visión agustiniana de la Iglesia, tuvo relación con ilustres profesores de la Universidad, cercanos a la parroquia, como Fraga Iribarne, Manuel Fraga, al que asistió en su enfermedad final, Muñoz Alonso, Legaz Lacambra, Isidoro Martín o Villar Palasí.

En esa etapa pastoral fue director nacional de enseñanza religiosa escolar de la Conferencia Episcopal Española, y consiliario de la Concapa. Autor de una larga lista de obras sobre religión, santos y espiritualidad, editadas por Edibesa, citando, entre otras, "Diccionario abreviado del cristianismo", "Las credenciales de Jesús" o "Las religiones del mundo".

Predicó durante años en el triduo en honor de la Inmaculada en la parroquia de San José, promovido por la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación. Muy vinculado al Centro Riojano de Madrid, en el que coincidimos con frecuencia en diversos actos con su presidente, Pedro López Arriba. Colaboró igualmente en la parroquia del Santísimo Cristo de la Victoria y en la de San Juan Crisóstomo, de forma estrecha con don Isaías Barroso. Dirigió a múltiples seglares y fieles. Su atención espiritual fue singular al matrimonio Aznar, siendo presidente del Gobierno y, posteriormente, visitándole José María Aznar en los últimos días de su enfermedad en Valladolid.

Podríamos decir nosotros que el P. Jesús Álvarez estaba lleno de ternura, humildad y de sentido trascendente, recordando con Ortega y Gasset que "la vida no nos viene dada hecha; tenemos que hacérnosla". Fray Jesús nos lo recordaba a nosotros, para así poder encontrar el amor de Dios, en Dios mismo. Allí nos espera.

*Académico