La 1ª Internacional de Trabajadores fundada en Londres en 1864 por Marx, Engels y Bakunin agrupó a sindicalistas ingleses, anarquistas, socialistas franceses e italianos republicanos, cuya finalidad era organizar políticamente el proletariado de Europa y del resto del mundo.

Pues bien, según como se desarrollan los acontecimientos, se comprueba cómo está emergiendo un nacionalismo incívico, segregacionista, que bien pudiera dar lugar al nacimiento de la 1ª Internacional Nacionalista, liderada por el mandatario estadounidense Donald Trump, acompañado por los líderes eurófobos europeos como Geert Wilders, Marine Le Pen y Frauke Petry.

Este nacionalismo dispuesto a irrumpir en el escenario de la política intentará planificar un modelo diferente entre las relaciones internacionales. Relaciones que se verán disminuidas y quizá ausentes de los tratados actuales para volver sus miradas, valores y decisiones hacia sus respectivos estados sin tener en cuenta los problemas de índole defensivo y de ayuda humanitaria que inciden y comprometen a este mundo denominado globalizado al que pretenden dinamitar.

Se presenta, pues, este nacionalismo como una vuelta a los guetos, al desprecio a los débiles y defender su orgullo nacional cueste lo que cueste por encima de todo. No será un nacionalismo consecuente donde prevalezca una alianza entre países y de respeto a civilizaciones y culturas. Por el contrario, será un nacionalismo que pondrá en peligro la paz mundial, puesto que es la amenaza, la desfachatez y las actitudes chulescas lo que predomina en sus discursos, sobre todo los del mandatario estadounidense.

Aquellos nacionalismos que se instauran en la sociedad de determinados países donde sus líderes se creen unos iluminados, capaces de poner su poderío destructivo en contra de valores, de logros sociales y de relaciones entre personas y países, ya sabemos como se las gastan. Ejemplos hay varios: desde remontarnos al nazismo hitleriano hasta el camboyano de Pol-Pot.

El nacionalismo tiene como fundamento ideológico la independencia de los pueblos, pero cuando ya esta independencia se ha consolidado en países que han tenido un desarrollo político en ese sentido y que han constituido gobiernos desde liberales, socialistas, nacionalistas cívicos, hasta comunistas, que ahora se nos pueda presentar en sociedad este nuevo nacionalismo, enmarcado en una 1ª Internacional donde lo que se pretende es la dominación y sometimiento mundial, la cuestión es de una gravedad extrema.

Y sobre todo cuando a los personajes que aparecen en este espacio tan complicado de la política, se les pone en cuestión sus capacidades psíquicas, además de ser controvertidos e incongruentes. Como Donald Trump , el político más poderoso del mundo, el cual ha sido sometido a un diagnóstico por 35 psiquiatras de prestigio estadounidenses que hablan de su "inestabilidad emocional" y de comportamientos que se apartan de lo normal, por lo que la incertidumbre va a ser nuestra compañera de viaje.