La marcha de José Manuel Soria, con sus papeles de Panamá bajo el brazo, contribuyó a que en su partido político los conflictos internos se enrevesaran aún más, aunque Cristina Tavío transmitiera un horizonte de cambios al anunciar su candidatura a la presidencia de los "populares" canarios dejando al margen los personalismos, tan enraizados en esa formación, apostando, asimismo, por un trabajo en equipo capaz de ofrecer a la ciudadanía una trayectoria distinta a la que se vive en organizaciones políticas ante un panorama de hartazgos generalizados. La dirigente del PP ha manifestado que, tanto en Canarias como en el resto de España, "corren tiempos de diálogos". El absolutismo doméstico practicado por Coalición Canaria ("el muro de Trump beneficia a Canarias"), los socialistas-obreros (perdidos con Susana y Pedro) y otros expertos en maquiavelismos ha perjudicado el buen rumbo que debió tomar nuestra Comunidad. Personas como Cristina Tavío, con cerca de diecinueve años dedicados al Partido Popular de Tenerife y de Canarias, no merece encontrarse con maniobras urdidas por políticos estatales que la han apartado del Comité Ejecutivo Nacional con el aplauso de un señor protegido desde Madrid y que, aquí en Canarias, apenas se le conoce (algo en La Palma). Es chocante que una presidenta del Congreso de los Diputados, que una delegada del Gobierno, que otra miembro del citado Comité, un ilustre realejero (converso) y nada menos que el presidente del Ejecutivo nacional respalden a un vasco-palmero que presume de haber visitado todos los rincones del Archipiélago canario, queriendo hurtar esa cercana labor desarrollada por Cristina Tavío, lo que pone al descubierto lo mal informado que está Mariano Rajoy sobre lo que sucede en su partido en las Islas. Nadie le ha comunicado, por ejemplo, que Antona no ha recibido aún ningún voto de nadie y que está ahí porque Soria se fue. Es decir, es un sustituto consentido por Génova hasta el próximo congreso regional.

Junto a la señora Tavío y el señor Antona se presentan otras dos candidaturas: el exalcalde de Las Palmas de Gran Canaria, Juan José Cardona, y el ex también delegado del Gobierno, Enrique Hernández Bento, a quien hemos escuchado exteriorizar su profundo cabreo ante las maquinaciones de Antona, aplaudidas desde el que fuera su despacho en la Delegación por su sucesora, Mercedes Roldós, oficina que se ha convertido en una de las dependencias donde se practica el más intransigente sectarismo, da igual el color del Gobierno central que lleve las riendas. Por otra parte, después de lo ocurrido en "Vistalegre 2" (adiós, Errejón), es razonable pensar que aquí, entre los "populares", pueda suceder hasta que Antona y Cardona se repartan los carguitos y se siembren más discordias. Con Domínguez y María Australia Navarro existe un horizonte sosegado, pues lo que desean ardientemente es continuar en el Comité Nacional, aunque para ello se hayan desprendido de su antes compañera del alma, Cristina.

La estrategia que ha desplegado Asier Antona es la de no ir contra nadie... yendo contra todos. Ha conseguido una serie de avales entre aquellos que pueden quedarse sentados en medio de la calle y, por ende, sin ningún tipo de prebendas. Busca afrontar con holgura el congreso del próximo mes de marzo junto a las Nuevas Generaciones, que no han dudado en criticar a otros afiliados en conflicto adelantado, dejando en la cuneta a militantes anónimos. Por cierto, estos últimos, que forman una tropa de 40.000 contribuyentes de cuotas, no están al día en sus cotizaciones para poder ejercer su derecho al voto. Y como es natural, se están inventando una serie de fórmulas para que los olvidadizos puedan acceder a las urnas, que, según Antona, estarán en cada uno de los municipios para evitar desplazamientos hasta las sedes centrales. Los compromisarios deberán estar ojo avizor. Puede que surja un pucherazo similar al ocurrido en el congreso de Madrid, reconocido por el PP, cuando las cámaras, misteriosamente, dejaron de grabar en el momento que se votaba la enmienda anti-Cospedal. Cristina lo tiene difícil pero no imposible.