Hay notable indignación en miles de ciudadanos, tanto creyentes como incrédulos, no sólo de nuestra tierra, sino también de muchos otros lugares, por lo que ha pasado en los Carnavales de Las Palmas y la permisividad ante la burla contra la Iglesia Católica. La libertad de expresión choca necesariamente con la libertad de las conciencias y sobre todo, con la deferencia a las creencias religiosas. El afán de protagonismo utilizando la religión para hacer parodias es cuando menos una desconsideración inoportuna. Como decimos en Canarias: "el respetito es muy bonito".

En la Declaración Universal de los Derechos Humanos se hace referencia a la tolerancia universal y efectiva de los derechos y libertades fundamentales del hombre y se señala textualmente: "Toda persona tiene los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición". También en nuestra Constitución de 1978 en la Sección 1.ª De los derechos fundamentales y de las libertades públicas se señala que: "Se garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las comunidades..." Por lo tanto, entre los derechos y libertades fundamentales del hombre se encuentra la religión, la que profese cada cual y allí donde se conculca, siendo un hecho histórico empírico, comienza la decadencia de la sociedad porque es vertebradora de la misma.

Estamos ante un aspecto primordial de la persona y es su carácter religioso, que se ha dado en toda época histórica y en toda cultura. Cualquier manifestación denigrante hacia una creencia determinada es un abuso de la libertad, además de cortedad de pensamiento, porque se está atentando contra lo más sagrado y nunca mejor dicho de la esencia del hombre. Dice Luis Casalá SM "Puede ser un error poner la otra mejilla cuando el otro necesita que le pongan un límite". No vale todo y utilizar una fiesta como son los carnavales, que de por si son transgresores y tolerantes en el respeto, para ridiculizar la fe católica es sencillamente la valentía de los cobardes.

* Licenciado en Ciencias Políticas y Sociología