Hay un "lenguaje fuerza" de frases o palabras contundentes que transmiten ideas y valores. Unas veces surge espontáneamente del uso social. Otras veces ese lenguaje ha sido creado y utilizado por aparatos ideológicos empeñados en cargar determinadas palabras con la pólvora de sus intereses.

La "conspiración judeomasónica" ha sido sustituida hoy por "la casta" o "los perroflautas". Ahora hablamos de "la trama": poderes fácticos; fuerzas que se mueven en la sombra para atacar a través de los medios a la causa más pura. Los periodistas no son majapapas profesionales sino mercenarios a sueldo, y los medios de comunicación, manejados por la banca y las grandes empresas, son una "máquina de fango" siempre dispuesta a atacar a los buenos.

La denuncia de la Asociación de la Prensa de Madrid de que periodistas han sido amenazados u hostigados en las redes sociales por los ultrasur podemitas ha sido despachada despectivamente por la dirigencia del partido. La prensa española y los medios en general tienen muy poco de angelical. Y probablemente tampoco sean un ejemplo de independencia. Pero son de todas las tendencias. Y la pluralidad es el mejor seguro que existe para la libertad.

Pablo Iglesias puede hablar de la "cal viva" para recordarle al PSOE el pasado reciente de Felipe González. Puede restregar a los dirigentes del PP el origen franquista de alguno de los fundadores del partido. Y todo ello entra dentro de la legitimidad y la coherencia de la crítica política. Pero si se les recuerda a los líderes de Podemos sus trabajos para la fracasada revolución bolivariana o sus halagos públicos a un régimen que ha hundido al país en la peor de las pobrezas; que ha cerrado periódicos, radios y televisiones y que ha encarcelado a políticos de la oposición..., entonces es la "máquina de fango" en acción.

El auge de Podemos no se podría explicar sin los medios. Pablo Iglesias describió perfectamente cómo se podían usar las plataformas mediáticas para llegar hasta la sociedad, pero no es lo mismo ir al infierno de visita que ser socio propietario. Los "escraches" virtuales en las redes sociales a los periodistas -tolerados, alentados o fabricados por maquinarias oficiales de la izquierda- parecen el signo de los tiempos que vivimos: una sociedad fanatizada en la que algunos se sienten en posesión de la verdad absoluta. El siguiente paso, en un país dirigido por ese tipo de sectarismo, sería el cierre de cabeceras hostiles o de radios y televisiones consideradas enemigas. Por pésima que sea la prensa española, siempre será mejor que la propaganda de un régimen.

Pero el acoso a los periodistas o las acusaciones a los medios tienen otra finalidad en aquellos que los planifican. La gente no milita en los partidos sino en los medios de comunicación. Y la televisión es el gran dispositivo ideológico de nuestra sociedad (fin de la cita de Pablo Iglesias). Fabricar un lenguaje, hostigar a los periodistas... Nada es inocente. El "chico de la coleta" sabe perfectamente cómo apretar las "tuerkas" para hacer campañas con la estupidez ajena. Y lo sigue bordando.