La división de los ciudadanos del Reino Unido ante el futuro tiene expresivo reflejo en la coincidencia de dos políticos de ideología y carácter opuesto -nada menos que Tony Blair y John Major-, que no sólo critican el "brexit", sino también, y de modo severo, la cerril gestión de la actual inquilina del 10 de Downing Street, obstinada en negar la capacidad del Parlamento para tomar la decisión definitiva sobre la desvinculación con la Unión Europea, y en cesar a consejeros y cargos intermedios que se pronunciaron en sentido contrario al suyo y que, fuera de su círculo y obediencia, entraron en la corriente de "quienes tienen derecho a cambiar de opinión".

El pretendido blindaje entre los "tories" hace aguas, por lo que Theresa May impulsa los plazos legales antes de que la campaña de Blair, marcado aún por la mentira para la invasión de Iraq, pueda influir sobre la opinión pública, que, sensible con el asunto, mudó el castigo a los liberales por su alianza con el bando conservador con el mayor apoyo electoral de la historia por su postura favorable a la continuidad dentro de la UE.

La mitad de la población -el cuarenta y ocho por ciento votó la permanencia- defiende la soberanía del Parlamento para la decisión final y, según parece, pueden prosperar las enmiendas al proyecto de ley de "brexit", cuyo referéndum estuvo influido por un ciclo de estancamiento económico y una campaña contra la inmigración que utilizó los más tramposos argumentos populistas. En ese clima aparecen, no sin sorpresa, las posiciones de políticos moderados -como el octogenario lord Michael Heseltine-, que reconoce a las cámaras legislativas "el poder y la responsabilidad para interpretar un cambio en la opinión pública y actuar en consecuencia".

"La salida de Europa no es irrevocable ni el apretado triunfo de sus partidarios un cheque en blanco para el gobierno que se apresura, sin todas las garantías, a materializarla". La opinión del influyente octogenario le costó su despido como consejero de la irascible May y le valió la libertad para liberarle de "la obligación de guardar silencio y decir realmente lo que piensa". Y piensa, según parece y de acuerdo con una afirmación del desaparecido Mario Soares, que "sea cual sea el tamaño y la condición del país, fuera de la Unión Europea hace más frío".