Estos días surge en Brasil un tema sobre la adulteración de los alimentos que, pudiendo sonar recurrente, supone en este caso una novedad, al tratarse del mayor exportador de carne del mundo, con cuantías que superan los 14.000 millones de dólares. La situación hace que numerosos países suspendan la compra (China, Chile, Corea del Sur...). La UE está a la espera. El presidente Temer lo reconoce.

¿Qué decimos en Canarias? ¿Cuántos kilos nos han tocado? Estamos convencidos de que, más que lamentos, debemos aprovechar esta crisis para replantearnos nuestro sistema alimentario. Para mejorar nuestra alimentación, y no ser víctimas de sistemas de producción inseguros, la única solución es sembrar y plantar en nuestra tierra para ser menos dependientes. La situación actual es que hemos de importar más del 80% de lo que consumimos del sector ganadero, exceptuando huevos y queso. Tenemos condiciones en las Islas para producir aquí más de 40 millones de kilos de carne que ahora importamos, y qué decir de otros productos, como la leche.

Otra lectura del agro.- Leemos cómo en Alemania un alto porcentaje de los huevos que consumen se obtienen con gallinas camperas (8 m2 por gallina), o cómo incluso McDonald''s presenta en su menú huevos de gallinas criadas fuera de las jaulas, dando una enorme importancia a las producciones de origen local.

En Canarias en estos momentos, sin embargo, la situación es que gran parte de las instalaciones ganaderas están supuestamente fuera de la ley, por un marco urbano ambiental que trata a los ganaderos como si fueran delincuentes (miles de granjas alegales). Espero que con la nueva Ley del Suelo mejore la situación para los ganaderos y agricultores.

Estas líneas no pretenden mirar para Brasil ni preguntarnos cuántos kilos nos han tocado -con lo grave del asunto-. Creemos que el Gobierno de Canarias está en la obligación de crear condiciones jurídicas y económicas para que nuestros jóvenes miren para el campo, que seamos menos dependientes del exterior, y para ello estamos convencidos de que tenemos posibilidades, cultivando forrajeras, bien con riego, aguas depuradas, bien pastos de las medianías (que actualmente son un peligro de incendios por el abandono durante largos veranos canarios) o contribuyendo a mejorar el pastoreo, etc.

Una parte de la ganadería tiene que ver en todo el mundo con forrajes importados. Aquí y ahora genera menor dependencia del exterior la utilización del estiércol para la agricultura local, la creación de puestos de trabajo y, sobre todo, la garantía de la calidad alimentaria que ahora no tenemos. El debate sanitario es importante, pero entendemos que hemos de crear condiciones para que no tengamos que importar en Canarias más de cien millones de litros de leche. La misma reflexión se puede hacer en el caso de las importaciones de carne de vacuno. Lo que nos parece más grave es que una parte importante de las importaciones de Canarias provengan de terceros países sin pagar ningún arancel, mientras que para entrar en el resto del continente europeo sí lo tienen que abonar; aquí y ahora no podemos decir a nuestros jóvenes que miren para el campo con este marco económico y jurídico, que penaliza que un gallo cante de madrugada y que importa sin consideración a la producción local. La UE importó en el año 2016 algo más de 2.500 millones de dólares solo de carne de pollo de Brasil.

La crisis de Brasil es una situación plantada y sembrada en un modelo industrial, aplicando al mundo rural desforestación, cultivos intensivos de soja u otras forrajeas, con un proceso industrial implementado a toda la actividad. El modelo utilizado fabrica leche y carne como si se fabricasen tornillos, en un campo deshumanizado, sin campesinos.

Las gallinas camperas de Alemania son una reacción más acorde, con otro modelo más humano y más sostenible. El discurso oficial de la UE, en su apuesta por la producción local y por una manera diferente de hacer las cosas, debe tener reflejo en el marco que se aplica.

La crisis alimentaria surgida hoy en Brasil pero mañana en cualquier otro lugar ha generado un debate que es muy positivo, porque nos vuelve a dar la oportunidad de pensar qué estamos haciendo en Canarias con nuestro sistema agroalimentario, por qué aquí aplicamos unas varas de medir a los ganaderos locales, y somos muy tolerantes con lo que importamos, por qué le ponemos unas condiciones muy rígidas a nuestras explotaciones ganaderas.

Tenemos que pensar si debemos seguir viviendo sin agricultura y ganadería en Canarias. Tenemos razones para mirar a un campo más solidario con nuestro pueblo, y solo es posible apoyando la producción local y defendiendo los alimentos frescos de la tierra en una sociedad más solidaria. Ello requiere que, de manera urgente, revisemos los marcos normativos que regulan la producción y la alimentación en Canarias, y que los adaptemos para priorizar el producto local. El escándalo de la carne de Brasil es un ejemplo más de que poner en manos de países con mejor seguridad alimentaria y menores exigencias sanitarias, medioambientales o laborales no es el camino correcto. Espero que, esta vez sí, lo entendamos y empecemos a enderezar el rumbo.