Matar a un ser vivo por diversión es de sádico. Tras la desarticulación en Güímar de la macabra banda que organizaba agónicas peleas internacionales de perros, ha aflorado en Canarias un sentimiento que latía dormido: la defensa de la vida animal. Son miles las personas que se están movilizando para que la caza, y todo lo que tiene que ver con ella como deporte, desaparezca. Pero, sobre todo, para que nuestros políticos, siempre escurridizos, se definan de una maldita vez en este asunto. Van ya demasiadas décadas en las que leyes absurdas han servido para que nuestros cargos públicos toleren la crueldad animal, en nombre de sanguinarias tradiciones y a cambio de un puñado de votos.

Pero eso está llegando a su fin. Cada uno de los concejales del municipio de Güímar vota este jueves, y debiera ser a mano alzada, si está a favor de la crueldad animal o no. Y es crueldad matar por gusto. Esta será la primera institución que ponga encima de la mesa una cuestión ética que se refiere a los valores de nuestros representantes. La consulta, que además tiene que ver con las peleas de gallos, no es vinculante, ya que la competencia es del Gobierno de Canarias. Mientras los cazadores se manifiestan por fuera del ayuntamiento en defensa de su actividad, los colectivos que defienden la propuesta piden llenar el municipio de animales de peluche. Y si bien la lucha será larga, lo que está claro es que este sentimiento común no tiene marcha atrás.

@JC_Alberto