La Universidad de La Laguna cumple 225 años como uno de los faros de conocimiento más importantes en la historia del Archipiélago, pero la trascendencia de la mayor institución académica de las Islas va mucho más allá de la investigación o la formación académica. Canarias, probablemente, sería muy distinta sin la Universidad de La Laguna. De hecho, estoy convencido de que Canarias sería una sociedad menos ecuánime, menos solidaria, menos formada, por supuesto, y menos abierta al mundo. El hecho de que en Tenerife se pusieran hace más de doscientos años los cimientos de la universidad moderna que hoy conocemos ha propiciado una realidad social y un bagaje intelectual y cultural de incalculable valor.

A veces, en la cotidianidad, en el ajetreado día a día que vivimos en la actualidad, dejamos de ver y valorar lo que tenemos a nuestro lado. Es humano. Damos por sentado que, en este caso, la Universidad de La Laguna está ahí de forma natural, que es una parte más de nosotros, y eso está bien porque genera cercanía, pero también se corre el peligro de que dejemos de ser conscientes del lujo que atesoramos. Y es ahí donde desde el Consejo Social de la Universidad de La Laguna queremos hacer un esfuerzo y trabajar con ahínco para poner en justa medida la importancia y el inagotable caudal de conocimiento y valor añadido que nuestra Universidad aporta a la sociedad de las Islas.

Cuando asumí la presidencia del Consejo me propuse un objetivo prioritario: intensificar las relaciones con la sociedad y establecer una adecuada interconexión entre la actividad académica e investigadora y las necesidades intelectuales, sociales, científicas, económicas y laborales de Canarias.

No es nuevo el debate sobre la barrera que los muros universitarios construyen con el resto de la ciudadanía. Desde hace años la Universidad de La Laguna hace un enorme esfuerzo para ir más allá de sus labores de enseñanza o investigación. En el Consejo Social de la Universidad de La Laguna aspiramos a redoblar las iniciativas que, definitivamente, eliminen esos muros y que la Universidad sea aún más uno de los actores fundamentales de la vida de los tinerfeños y de los canarios. En demasiadas ocasiones no se conoce, de verdad, lo que nuestra Universidad crea. Hablo de creación en el término más extenso de la palabra. Forma médicos, ingenieros, filólogos, maestros, periodistas, economistas, abogados, etcétera; hace una labor investigadora de primer nivel y pone a la isla en el mapa del conocimiento universal. Pero es mucho más. La Universidad de La Laguna, en estos 225 años, ha creado una conciencia colectiva entre los isleños, ha propiciado la aparición de, como señalaba antes, un espíritu crítico, un ambiente de libertad y las bases de una sociedad más avanzada. Ahora toca afrontar nuevos retos, mejorar, porque sin mejora no hay avance, y apoyar a la Universidad de La Laguna para que su prestigio e historia siga siendo motivo de orgullo para todos los canarios.

*Presidente del Consejo Social de la Universidad de La Laguna