La política de mirar hacia otro lado nunca funciona bien. No funciona si vamos por la calle y observamos una situación de abuso físico y miramos hacia otra parte. No funciona si en nuestra familia alguien tiene un problema grave y nos desentendemos como si no fuera con nosotros. No es así como debe funcionar esa sociedad mejor en la que muchos seguimos creyendo.

Los políticos no somos otra cosa que ciudadanos que hemos sido elegidos para gestionar la solución a los problemas de todos. Los cargos públicos conllevan, sobre todo, responsabilidad. La responsabilidad de mirar de frente a los conflictos para agarrar el toro por los cuernos, sin escabullirnos como si el asunto no fuera de nuestra incumbencia.

En el Valle de Güímar se ha producido un hecho sobradamente conocido. La explotación de varias canteras de áridos ha causado un daño ambiental de proporciones gigantescas; cuatro enormes agujeros que han afectado el paisaje y los barrancos de uno de los municipios más señeros de nuestra Isla. Durante décadas, las excavadoras se llevaron millones de toneladas de tierra del valle que se utilizaron para la construcción y las obras de toda la Isla. Hubo un proceso judicial a los empresarios propietarios de las canteras que acabó con sentencia y con la exigencia de indemnizaciones millonarias para compensar el daño causado. ¿Y ahora qué?

El Cabildo de Tenerife ha puesto en marcha una iniciativa legislativa que es en esencia un plan para restaurar los daños causados a nuestra isla por estas explotaciones y para extinguir jurídicamente todos los permisos de extracción en una zona donde aún siguen vigentes. Inexplicablemente, hay partidos políticos que se oponen a ese plan. El argumento que se viene a utilizar es que quienes deben reparar los daños causados son los empresarios condenados. Esto es algo con lo que es difícil no estar de acuerdo. Por supuesto que los causantes del daño son los llamados a repararlo. Pero no de cualquier manera.

Durante treinta años las administraciones públicas miraron para otro lado. Y el resultado está a la vista. No es una buena política ignorar la realidad. Rescatar el paisaje que perdimos en un trozo de nuestra tierra es una obligación de todos. Y debemos acometerla desde la transparencia, desde el rigor, desde la certeza de que aquellos que han sido condenados tienen la exigencia jurídica de cumplir con sus obligaciones económicas, pero también desde la certeza política de que además la administración pública tiene y debe actuar para también reparar el daño que ocasionó ausentarse durante mucho tiempo de un problema. Hay extractores que causaron el daño, pero también hay una administración ausente que lo permitió, e igual que la sentencia es clara para los extractores también lo es obligando a la administración a actuar.

Hay gente que considera que es un problema local. Que sólo afecta a los ciudadanos de Güímar y que con su pan se lo coman. Esa es una peligrosa teoría que, de extenderse, nos llevaría a considerar que cada problema de Canarias es un asunto que afecta al entorno inmediato del lugar en que se produce. Esto ni es así ni puede serlo.

El Cabildo de Tenerife considera que el gravísimo problema medioambiental de Güímar es un asunto que nos concierne a todos. Que la reparación de los daños causados y la restauración paisajística debe estar contemplada en un plan que ofrezca todas las garantías a los ciudadanos. Y que la financiación del mismo debe partir en primer lugar de los causantes del daño -condenados por la Justicia a ello- y, de forma complementaria, debe ser objeto del control y de la gestión de los poderes públicos, con el objetivo también de proporcionar espacios para el desarrollo de nuevas actividades económicas en línea con lo que está proponiendo el propio Ayuntamiento de Güímar.

Nosotros no vamos a cerrar los ojos ante un problema que afecta a esta isla, a una parte tan importante de nuestro territorio y a las miles de personas que lo habitan. Los hoyos de Güímar no desaparecerán por sí solos de igual forma que no aparecieron espontáneamente. Lo que ocurre es que es siempre mucho más fácil destruir que construir. Es más sencillo vaciar que rellenar. Pero a nosotros nos han elegido los ciudadanos para que resolvamos sus problemas. El Cabildo de Tenerife, que se sepa, no va a mirar para otro lado. No vamos a cerrar los ojos como si en Güímar nunca hubiera pasado nada y como si no fuera con nosotros.

*Presidente del Cabildo de Tenerife