Razón tiene Pedro Quevedo, el diputado de Nueva Canarias, cuando dice que no le gusta el caminar de la perrita. Al final se ha cumplido lo de la importancia del voto número 176, aunque haya sido algunos meses más tarde de diciembre del 2016. Quevedo y su partido están ahora dentro de los dientes de una rueda muy poderosa: los Presupuestos Generales del Estado y el dinero previsto para Canarias.

Nueva Canarias se negó a votar a favor de Mariano Rajoy en su investidura como presidente. De hecho, el Grupo Socialista se abstuvo para desbloquear su acceso al cargo, mientras que Quevedo votó en contra. Es decir, que no votaron lo mismo a pesar de que el diputado de NC se presentó en Las Palmas integrado en las listas del PSOE. En aquel momento los socialistas no dijeron ni mu. Todo lo contrario que ahora, en donde claman pidiendo al diputado nacionalista que iba en sus listas que vote en contra de los Presupuestos "por coherencia".

Que vote en contra de los casi trescientos millones más que vendrían a Canarias en los Presupuestos de este año. Que vote en contra del primer presupuesto donde se empieza a compensar el maltrato financiero a la comunidad peor financiada de todas desde 2009. Que vote en contra de 175 millones para el convenio de carreteras o de 42 millones para planes de empleo. Y que vote en contra de un equipo presupuestario que parece dispuesto a mantener que el REF no compute a efectos de acceder al Fondo de Competitividad que se reparte entre las CCAA, lo que supondría un mínimo de 400 millones más por año para las Islas.

El caminar de la perrita es que o se vota por aprovechar la coyuntura y la debilidad del Gobierno de Rajoy para conseguir más dinero para los canarios o se vota por otra cosa. Pero para un diputado nacionalista de Canarias, el costo de votar por otra cosa, sea esta la cosa que sea (porque en política se buscan las explicaciones más floridas), puede ser enorme. Y desde luego, el coste para la sociedad de estas islas sería multimillonario.

El líder de Nueva Canarias, Román Rodríguez, ha dicho que su partido no le va a dar la espalda a los intereses de Canarias. Eso suena tranquilizador. El laborioso trabajo de Ana Oramas, de Coalición Canaria, con el PP, también allanó el camino para que Clavijo pueda firmar un acuerdo ventajoso para las Islas. Dos votos nacionalistas -dos solitarios diputados de dos partidos- han demostrado ser oro molido en la actual configuración parlamentaria, donde las mayorías son tan caras de obtener y tan frágiles de mantener.

A ver lo que sale de todo esto. Pero la lectura obvia es que resulta una verdadera pena que tanto fulanismo y tanto "tiquismiquis" haga imposible un gran acuerdo regionalista. Porque con cuatro o cinco diputados en un grupo independiente en el Congreso, en vez de un canario nos cantaría otro gallo.