La semana pasada hubo una importante reunión en Bruselas de las llamadas regiones ultraperiféricas, con una nutrida asistencia canaria, y la ausencia del mayor territorio de los ultraperiféricos, la Guyana, ya que los problemas sociales no han permitido salir a sus responsables políticos. En estos momentos existe un levantamiento en un territorio rico en recursos y pobre para sus moradores, situación que hace que estos días varios ministros del Gobierno francés se hayan desplazado a la Guyana (Matthias Feckl, ministro del Interior, y Ericka Bareigts, ministra de Ultramar), proponiendo invertir más de mil millones de euros, asumiendo que dicho territorio es uno de los más pobres de Francia.

Guyana es un territorio como Portugal (90.000 km2), con sólo 260.000 habitantes, con una actividad económica pobre, sin apenas agricultura, algo de pesca y minería, siendo su principal fuente de ingresos una base aeroespacial (Puerto Espacial Kourou), mientras importan gran parte de los alimentos y apenas explotan un territorio rico en recursos.

Población pobre en un territorio rico, ya que la población es hija de un sistema esclavista y de marginales, puesto que fue cárcel colonial, lugar utilizado para aparcar los problemas de la sociedad francesa. Desde la metrópolis desterraron aquí a los seguidores de Robespierre, pero también gran parte de la delincuencia y marginales del continente. No enviaron a la Guyana a los mejores agricultores y ganaderos, y ahora hay que importar gran parte de los alimentos, mientras que la población se concentra en Cayena y Saint-Laurent du Marconi, esperando el "maná" del exterior. Por ello, los planteamientos comunitarios de acercar social y geográficamente economía y población en una sociedad más solidaria en la llamada ultraperiferia tienen que sembrar y plantar riqueza humana, no sólo euros y excedentes agrícolas de la metrópolis.

Canarias tiene un capital humano en un territorio con pocos recursos, capital que sufre un deterioro económico cultural en temas ambientales, y falta de compromiso con el medio y su cultura, tema este que queremos resaltar, ya que en un corto periodo de tiempo nuestro pueblo fue capaz de domesticar una naturaleza hostil, con una riqueza cultural que hizo productivas lavas y rocas casi calientes. Se han establecido todas las culturas agrícolas del planeta, exceptuando la del arroz. Aquí hemos manejado nuestro campo, desde la cultura de lo más árido, Los Nabateos (Petra), a la cultura de los Andes (papa, maíz, batata), o a la europea atlántica (el castaño), y qué decir del mundo mediterráneo y caribeño, de la viña, la higuera o los aguacates.

Canarias ha viajado a Bruselas con planteamientos reivindicativos: la incorporación de jóvenes o la potenciación del paisaje rural, con ejemplos como la pérdida de superficie de viña que sufre el sur de La Palma, que debemos frenar, o la situación del Malpaís de la Corona en Lanzarote (rabo de gato en lo que antes eran extensos campos de vid). Es lamentable que mientras se venden todos los vinos locales dejemos de cultivar, importando más de treinta millones de litros de vino foráneo, y, a la vez, tenemos los campos cubiertos de aulagas, vinagreras, magarzas, zarzas, hinojos..., con más de veinte municipios perdiendo población. Son referencias que podemos corregir. Los centros de formación profesional, la escuela y la familia tienen mucho que hacer transmitiendo tradición, y los consumidores demandando productos de la tierra. La visita de urgencia de los ministros franceses a la Guyana por problemas relacionados con el estómago indica algo básico en la historia de la humanidad: gran parte de los cambios sociales son hijos del estómago y no de la cabeza. Hagamos con nuestras cabezas los cambios que esta tierra se merece. Dignifiquemos económica y socialmente a nuestro campo y los campesinos.

En Guyana sobra agua y tierra, faltan campesinos, faltan ilusiones y compromiso. Aquí todavía tenemos una minoría que defiende el campo y tiene ilusiones, cuidemos nuestros campesinos.

La semana pasada nos oyeron en Bruselas. El modelo de Guyana no es la alternativa. Dignifiquemos los surcos y a los surcadores. Hagámoslo con cabeza, no esperemos a las leyes del estómago.