Todo el mundo tiene un cuchillo de cocina en su casa. Y lo habitual es que lo utilice para cortar las verduras. Pero también tiene la opción de clavárselo en las tripas, como Mishima; cortarse todos los dedos de una mano, como si fueran puntas de zanahoria, o salir a la calle, meterse en el Parlamento y filetear a media docena de diputados.

En pura teoría, cualquiera de nosotros podría utilizar ese utensilio de cocina como arma. Pero la realidad es que lo dedicamos prioritariamente a las verduras y los chuletones. Y eso es así porque las sociedades funcionan por la coacción, la vigilancia o los castigos, pero, sobre todo, funcionan basadas en el enorme sentido común de la mayoría de esa masa informe conocida como populacho.

El Estado se aprovecha sabiamente de ese mecanismo de coexistencia. Nadie está al lado nuestro cada día para "obligarnos" a circular por la derecha, para tirar la basura en el sitio adecuado, para ir vestidos de determinada manera... Existen, por supuesto, normas y posibles sanciones. Pero la gente se comporta no solo por miedo al castigo, sino por hábitos de conducta que han heredado.

Con el tabaco y el alcohol pasa lo mismo. Somos mayorcitos, ¿no? Así que las Administraciones públicas han decidido advertirmos de que el consumo de cualquiera de estos dos productos puede causarnos daños irreversibles. Con esa advertencia se lavan las manos y allá tú. Unas imágenes impactantes en las cajetillas de tabaco, unos anuncios en televisión avisando a la gente joven... y ya está. Eso no impide que les coloquen unos sellos y estampas oficiales a las cajetillas de tabaco y a las botellas de alcohol, para venderlas legalmente recaudando una importante cantidad de impuestos.

¿Por qué no se sigue esa misma política con otras drogas "blandas" igual de nocivas que el tabaco o el alcohol? Es difícil de responder. La polémica en nuestro país sobre el consumo del "cannabis" para usos medicinales es una coña marinera. ¿Cómo que para uso medicinal? ¿Y si soy mayor de edad y lo que quiero es colocarme como un buzo? ¿Qué pasa? Pues que lo tendrás que hacer metiéndote entre pecho y espalda media botella de anís del mono.

Resulta curioso que a los ciudadanos se los trate como adultos con las drogas "legales" y como niños de teta con las drogas "ilegales". ¿Por qué unas drogas son permitidas y otras no? El consumo de determinadas sustancias está perseguido policialmente. ¿Por qué? Si nadie te obliga a tomar algo y eres tú el que libremente lo decide, ¿quién es la Administración pública, que se lava las manos con el tabaco, para impedírtelo?

El Estado paternalista se ha hecho dueño de nuestras vidas y su insoportable intromisión en nuestra libertad es apabullante. No deja a las mujeres disponer de su propio cuerpo. No nos deja morir sin dolor cuando queremos hacerlo. Y quiere ser nuestro camello: las drogas nos las venden ellos. Y eligen cuáles. Así que olvídate de fumar porros, salvo que le pongan un impuesto.