Sumidos como estamos en plena fiesta del libro, por coincidencia de aniversarios de la muerte de Cervantes y Shakespeare -al margen de las leves diferencias de los calendarios respectivos-, los entes culturales de la ciudad se esfuerzan por fomentar la lectura, que ahora rivaliza con los medios audiovisuales en boga y que provocan un alejamiento de este hábito tan saludable e instructivo. De ahí la lucha enconada de los últimos libreros para sobrevivir en este marasmo de indiferencia de una población que en breve va a instituir el nacimiento de una nueva dolencia cervical. La causada por la constante -y muchas veces inútil- posición de la testuz al móvil que portan consigo; capaz para romper la comunicación habitual entre cualquier grupo de ciudadanos coincidentes en alguna sala de espera.

Pero no es esta conmemoración la que me trae a los prolegómenos de la fiesta fundacional de Santa Cruz, que parte desde la veneración y ensalzamiento procesional de la Cruz de la Conquista, perteneciente a la corporación municipal y celosamente guardada en la parroquia matriz de La Concepción. En la memoria de antaño permanecen dibujadas las imágenes de los fastos de mayo, que han ido evolucionando en función de los recursos económicos de las sucesivas contribuciones que aporta la ciudadanía santacrucera al Consistorio.

Las fiestas tomaron carácter oficial a partir de 1890, con una duración de tres días, entre las que destacaron la misa de campaña en la desaparecida plaza de San Telmo, en conmemoración de la primera celebrada en el mismo lugar, cercano a la ermita del mismo nombre, con la presencia de las autoridades civiles y militares y numerosa ciudadanía. Posteriormente fue presenciada por la tripulación del crucero de 2ª clase "Isla de Cuba", perteneciente a la Armada, y que tras ser reflotado por los norteamericanos acabó sus días en 1940, después de ser vendido a la Armada Venezolana bajo el nombre de "Mariscal Sucré".

En 1892, ya bajo la responsabilidad municipal, es correspondida con entusiasmo por todas las corporaciones y sociedades, así como la prensa. A la consabida retreta militar del cuartel de San Carlos, hay que destacar el estreno del nuevo relicario de madera y níquel creado por Rafael Fernández Trujillo, por iniciativa del alcalde Anselmo de Miranda Vázquez bajo el lema latino de su inscripción: "In Hoc Signo Vincis" (''con este signo venceré''). A partir de entonces, ya en la parte cívica de los fastos, surgen las carrozas conmemorativas y verbenas populares, así como las celebradas en las citadas sociedades. Uno de los más prestigiados creadores fue Rodolfo Rinaldi, un artista enamorado de esta ciudad que llegó a ella y se quedó para siempre. Bajo su firma se premiaron las mejores carrozas engalanadas y los más destacados decorados de las fiestas de arte promovidas por muchos municipios de la Isla; imágenes aún presentes en la memoria de generaciones más longevas.

En la actualidad, esclava de la evolución, las fiestas darán rumbo al pistoletazo de salida con su pregón y el comienzo de la reconocida Exposición de Flores y Plantas en el García Sanabria, lugar del habitual teatro de marionetas de Maese Villarejo para los más pequeños; después se adentrarán en los días conmemorativos de la Invención de la Cruz y su coincidencia con la arribada de los mercenarios bajo el mando del capitán Alonso Fernández de Lugo, que se amparó en el símbolo del cristianismo para perpetrar sus tropelías contra los primitivos habitantes de la Isla y ponerla al servicio de la Corona. Y como no podemos obviar la efeméride, surgen innumerables cruces artísticas confeccionadas con flores, y más modernamente con materiales reciclados de discutible acogida.

Sea como fuere, la ciudad se prepara un año más para las fiestas conmemorativas de su origen, que este año se han visto empañadas por la negativa del Estado a subvencionar el comienzo de la proyectada playa de Valleseco (la denominada "Acapulco" y el enlace con los muelles carboneros), pues, a tenor de las noticias, no está presupuestada para este año ni para los venideros, por lo que la ciudad sufrirá un inevitable parón en su desarrollo. Una propuesta decidida por nuestro actual alcalde y Cabildo, y que como nosotros no podrán ocultar su decepción ante la crónica sordera del actual Gobierno de Rajoy. Esperamos que esta negativa sea trasladada a los Reyes, que cursaron su primera visita oficial a las cocapitales canarias, aunque resulte baladí esta reivindicación.

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