Hemos tratado en numerosos artículos los problemas del mundo rural, asociando agricultura y crisis demográfica, ya que tenemos en Canarias más de veinte municipios perdiendo población, con datos alarmantes en lo que llamamos relevo generacional, que no se produce, con menos del 3% de los activos en el campo y el medioambiente. En otro estado de cosas, hacemos referencia a la separación del sistema educativo-formativo y la cultura agraria, que se ha transmitido por la universidad de la vida, abuelos a padres, a hijos a nietos, conocimientos y experiencia básicos en el mundo rural, hoy en crisis.

Este año la lluvia de abril (la que suele salvar las cosechas) coincide con buenas noticias de la Consejería de Agricultura de la Comunidad Autónoma. Nos parece altamente positivo que se plantee un presupuesto con recursos económicos, con propuestas concretas, con nombres y apellidos puestos sobre nuestro territorio, con tiempo y fecha, en la que algo más de 350 jóvenes dispondrán de recursos económicos únicos, siete millones de euros ampliables hasta once, con una prima entre 18.000 y 70.000 euros por joven, con una subvención a la modernización hasta el 75% de la inversión, es decir, garantizándole una cobertura económica para comenzar a hacer surcos en la piel áspera del mundo rural canario, en el que queda mucho por hacer: bancos de tierra, garantía de precios de productos básicos, control sobre las importaciones, etc.

Entendemos que es un paso positivo que tenemos que apoyar, tanto por la cuantía como por la voluntad puesta para motivar la incorporación de jóvenes al mundo rural, ya que, hasta ahora, planteamientos de este tipo carecían de recursos y de voluntad política para su puesta en marcha.

No olvidemos el envejecimiento del campo canario y la baja ocupación que tienen los centros educativos y formativos vinculados a esta actividad, y cómo hemos de leer que los jóvenes que se incorporan a la nueva siembra de campesinos nacen como amapolas en la siembra del trigo, es decir, nacen en territorios en que los cuidados del campo se encuentran mejor. Por ejemplo, no es casualidad que predomine la incorporación de jóvenes en Gran Canaria, Tenerife y La Palma, quedando dicha propuesta de manera testimonial en otras islas, en las que no se siembra casi nada, y en consecuencia las amapolas no nacen porque no hay labradores que siembren cereal.

Preparemos la siembra para los próximos años. Es buena hora, señor consejero y su equipo. Esperemos que esta siembra de campesinos espigue y grane, por el bien de dichos campesinos, y por un futuro de progreso y compromiso con esta tierra, tan necesitada de labradores que siembren sementera e ilusiones, y compromiso con los campos y las demandas de nuestro pueblo.

Hasta las amapolas prefieren las tierras labradas a los campos yermos. La siembra de campesinos es un compromiso con un campo y una sociedad más sostenible y justa.