Recientemente en Estados Unidos, varios jueces bloquearon medidas adoptadas contra algunos extranjeros por Trump. Jueces que -solos- en el ejercicio de su función jurisdiccional se enfrentaban a un presidente poderoso y arrollador. Es lo que se espera ver. Por eso resulta muy llamativo verlos aquí amalgamados con los demás estamentos y corporaciones de Justicia por un motivo muy menor, como es la ubicación de la Ciudad de la Justicia: si El Sobradillo o Cabo-Llanos. Como igual de menor es la argumentación de la conexión y transporte. Podría haber otra conectividad más importante: la comunicación interna y rápida entre operadores de justicia y usuarios.

No alcanzo a entender el prestigio que aún debe tener todo lo que lleve el marchito aroma reivindicativo de frentes o asambleas, de sedicentes movimientos de base sedientos de causas perentorias. Préstamos muy insólitos, como si la formación de frentes y su combativa puesta en escena (tipo estuche sindical) confirieran un plus de legitimidad, popularismo, progresismo y efusiones de similar marchamo remoto. Alguien lo asimiló con una imagen rancia del final del franquismo. Jerarquías, élites, estamentos lo son para todo, no pueden hacer de bases confundidos con otras que tampoco son: no valen reversibilidades de ocasión, compatibilidad, ambivalencia para asuntos de imposible revestimiento épico. Lo ofrecido tan solo fue el pétreo muro del corporativismo del todo y sus partes.

La deriva argumental es demasiado elocuente, no tiene mucho sentido cargar las tintas contra la comunicación viaria en la sociedad de la invasiva conectividad en red y la informatización generalizada. Lo que vale también para la zona o área donde se instale la Ciudad.

Todo se ciñe a un asunto de estricta comodidad y tirón de autoestima e imagen de todos ellos. Funcionarios (la base real) no se han visto. En las pequeñas capitales de provincia existe "la sociedad" que lógicamente comprende a todos los estamentos, corporaciones..., de forma bastante unitaria, sin compartimentos diversos como ocurre en las grandes ciudades.

La territorialización de las élites es mucho más compartida y común (actos, clubes, relaciones...) que en las grandes metrópolis. Psicológicamente esta realidad social configura una mentalidad territorial de centralidad general, donde la ubicación es importante y más o menos reservada: uno todavía puede sustraerse al anonimato y dilución de las metrópolis, y ser reconocido como "alguien", mucho más si muestra sus signos. Lo que en absoluto existe en las grandes ciudades, donde las Ciudades de la Justicia salen directamente disparadas al extrarradio (palabra evitada pese a su simbolismo). Un debate muy provinciano.