Con 92 combatientes fallecidos en los últimos veinte años, la incidencia de accidentes mortales en los incendios forestales triplica a la media nacional del resto de sectores laborales. Si lo enmarcamos en los meses de verano y en las horas reales de intervención en emergencias, las cifras nos indican que estamos entre las profesiones más peligrosas del país. A esta profesión se dedican en España 38.000 combatientes o bomberos forestales pertenecientes a los operativos del Estado, las CCAA, Diputaciones Provinciales y Cabildos, que se enfrentan cada año a más de 12.000 incendios forestales que arrasan 90.000 ha de vegetación.

Al analizar los accidentes de trabajadores sorprendidos y atrapados por el fuego, se repiten ciertas características: vegetación sin quemar entre el fuego y el combatiente, que generalmente está situado en una cota de terreno superior al fuego; no tener visión directa del fuego y desconocer su evolución, no percibir el riesgo, carrera súbita del fuego, reacción tardía a los avisos de alarma, entre otras. En esencia, por desconocimiento o por no estar interiorizadas las situaciones de peligro, hay un incumplimiento de las normas de seguridad.

Uno de los motivos es la estacionalidad. Los incendios se producen principalmente en verano, y en un periodo de tres a cinco meses el combatiente de incendios tiene que formarse, entrenar y adquirir experiencia, lo que conlleva no poca dificultad para la interiorización de todos los conocimientos necesarios para su trabajo: normas y protocolos de seguridad, técnicas de extinción y procedimientos de intervención.

Asimismo, la estacionalidad afecta a la especialización de toda la estructura de los operativos. La eficacia y seguridad requieren planificar las operaciones, establecer zonas prioritarias, conocer las necesidades logísticas, asignar comunicaciones, coordinar las intervenciones terrestres y aéreas y conocimientos específicos de maquinarias, materiales y vehículos, etc. La formación continuada y la capitalización de la experiencia difícilmente pueden conseguirse durante la campaña, cuando el personal tiene mayor intensidad de servicios preventivos y de intervención.

En muchos operativos se ha aumentado el tiempo de contratación, pasando el personal a trabajos forestales fuera de la campaña. Desde luego, es una mejora laboral, pero no implica una mayor dedicación profesional como combatiente de incendios y, además, no incluye a todo el personal del operativo, pues especialistas de dirección, diagnóstico y planificación son más difíciles de reubicar a trabajos forestales.

El problema evoluciona a una mayor complejidad. Mientras en España se aplican mayoritariamente técnicas de ataque directo, en las que el combatiente, situado al lado del fuego, extingue las llamas con agua, herramientas y apoyo aéreo, en los grandes incendios, con frentes de alta intensidad de fuego, hay que recurrir a ataques indirectos y paralelos, abriendo cortafuegos, aportando retardantes o realizando quemas y contrafuegos, que son más peligrosos y complejos de realizar; requieren diagnósticos y valoraciones previas, planificación, medios materiales específicos y personal mejor formado y entrenado para estos procedimientos.

Añadimos a esto los incendios de interfaz, aquellos que se producen en terrenos donde se mezclan las masas forestales, cultivos y zonas habitadas y que introducen nuevos elementos de riesgo: edificios, tendidos eléctricos, vallados, accesos estrechos, setos, depósitos de combustible, ganado y animales domésticos y, sobre todo, la protección de personas. Para estos incendios se están desarrollando procedimientos con materiales, técnicas y normas de seguridad específicos que deben ser interiorizados por los operativos.

Sin haber solucionado la alta incidencia de accidentes de nuestra profesión, estar a la altura de la nueva realidad exige una mayor tecnificación y profesionalización de los operativos, que puede conseguirse en parte extendiendo su competencia a otros tipos de emergencias habituales en las zonas rurales y forestales que nos permitan superar la estacionalidad en el desempeño profesional del bombero forestal.

*Ingeniero de montes