Recientemente hemos tenido la oportunidad de presentar ante el Senado una moción que lo convirtió, una vez más, en una cámara legislativa a la altura de las circunstancias, y relacionado con los derechos y libertades de los ciudadanos, dejando las siglas que cada uno representa a un lado.

Siempre hemos opinado, y con conocimiento de causa, que el sistema sanitario español es de los mejores del mundo. Concretamente el tercero o cuarto en cualquiera de los escalafones en los que se mide el nivel de la sanidad mundial. No cabe duda de que es un sistema mejorable. Con algunas debilidades, pero con fortalezas que lo hacen único en el mundo. Nos parece oportuno decir en estos momentos que la salud solo es un derecho reconocido en el 20% de la población mundial. En el resto no figura como tal, por lo que debemos tenerlo siempre en cuenta a la hora de nuestras reflexiones.

Tampoco es baladí cuando decimos (para algo están los datos y las estadísticas) que nuestro país lidera las donaciones y trasplantes de órganos en el mundo desde hace más de veinte años largos, habiéndose convertido en un referente internacional y en un modelo copiado por otros países. Esto solo es posible en un gran sistema sanitario, y sobre todo con magníficos y excelentes profesionales.

Durante el pasado año 2016, España alcanzó el 43,4 por ciento de donantes por millón de habitantes, o lo que es lo mismo, 434.000 donantes por cada millón de habitantes, lo que supone una nueva cifra récord.

Sin lugar a dudas, la innovación y la búsqueda de la excelencia en beneficio de los pacientes son señas de identidad de nuestro modelo social y sanitario, basado en un sistema público que, gracias a los excelentes profesionales que en él trabajan, ha conseguido obtener cada año nuevos datos históricos, pero también es gracias a la generosidad y solidaridad de todos y cada uno de los españoles.

En los últimos años los trasplantes a partir de órganos de donantes vivos, personas que solo pueden donar un riñón o un fragmento hepático, han experimentado un notable crecimiento gracias, entre otras cosas, a un sistema sanitario capaz de adaptarse de manera constante para seguir mejorando, pero es aquí donde la política y el entendimiento de las formaciones políticas se antojan como necesarios.

Si bien la actual regulación de la incapacidad temporal ya incluye como causa específica de la baja la donación de órganos, de acuerdo con la opinión de los expertos debemos procurar una mejor preparación médica del donante, gracias a la concreción de las pruebas diagnósticas que sean necesarias y gracias también a las recomendaciones médicas específicas que en cada caso deban darse con carácter previo a la hospitalización e intervención quirúrgica.

Todo ello con la finalidad y objetivo de asegurar, de acuerdo con los criterios del facultativo, la mayor protección de quienes deciden, de manera altruista, donar un órgano a otra persona.

Por ese motivo hemos instado al Gobierno de la nación a adoptar las medidas necesarias para que la donación de un órgano por parte de un donante vivo se siga considerando causa de incapacidad temporal, con los efectos y las prestaciones de la Seguridad Social correspondientes, incluyendo todo el proceso médico necesario que conlleve el tiempo del propio proceso de donación y hasta que se produzca el trasplante.

Todo ello nos da pie para insistir, una vez más, que se puede hacer política sanitaria, pero no política con la sanidad. Es por ello que debemos apostar por un pacto por la sanidad cristalino, transparente y haciendo una cartera de servicios universal. Lo propusimos en campaña electoral y ahora, que no lo estamos, también. E incluso con mayor energía. Los pilares ya están implantados, merced a una moción que presentamos ante el Senado, logrando un consenso máximo por primera vez en la historia.

Respaldamos la sanidad pública y defendemos la evidente necesidad de planificar correctamente en este ámbito desde las propias Comunidades Autónomas, que son las que tienen asignadas las competencias, y estableciendo prioridades en la cartera de servicios universal.

Los retos futuros pasan por el aumento de pacientes, el aumento de la edad de los mismos, la alta tecnología (obligatorio adquisición por "leasing"), la personalidad jurídica de nuestros hospitales, las gerencias descentralizadas, carteras de servicios y competencia en la diferencia, y todo eso dentro de uno de los mejores sistemas públicos de sanidad del mundo. El de todos. Que tenemos y debemos hacerlo sostenible.

*Senador por Tenerife, portavoz en Sanidad del Grupo Popular en el Senado y portavoz del Partido Popular en el Ayuntamiento de La Laguna