Me declaro absolutamente incapaz de procesar la información que en torno a los políticos y la corrupción se genera cada día. No doy abasto. Es conectar cualquier informativo y tenerte que tragar una noticia detrás de otra. Y además no me aporta nada saber quiénes son los jueces o los fiscales. A mí esto me tira "patrás". Ayer La 1 abrió con la tan trillada imagen de Rodrigo Rato tocando la puñetera campana de Bankia el día que la entidad salía a bolsa. Durante unos segundos me sorprendí a mí mismo preguntándome si Rato estaba en el talego ya o no. Y digo ya porque toda España lo supone un golfo. Pero la tele y los medios de comunicación en general van por modas, y por qué iban a ser una excepción, ¿verdad?

Con la corrupción me pasa como con la gastronomía y con los chefs: me tienen hasta el moño. Y no es que tolere la corrupción o que deteste comer bien: es que no me cabe más, he llegado a mi cercano límite. Sin embargo, entiendo que la mayoría es distinta, porque si esto sucede es porque la cantidad de gente que demanda esta información es brutal. Y me siento raro a pesar de que no veo los documentales de La 2. Lo cierto de las modas es que siempre pasan y siempre vuelven; nos agotaremos de la corrupción que jamás acabará, de los platos más cursis y hasta de los concursos de música. Y quizás se pongan de moda los zapateros, los peinados de la gente o hasta los actores porno. Qué mundo tú.

@JC_Alberto