Alejandro de Bernardo se despacha a gusto en un comentario publicado el pasado 7 de mayo, en el que arremete contra Ricardo Melchior por sus declaraciones sobre la sentencia del caso de Las Teresitas. Dijo Ricardo Melchior que la sentencia le parece muy dura, y que le apena la situación a la que se enfrenta Miguel Zerolo. Desde estas líneas será la primera vez que salga en defensa de un político y además contradiga a un compañero, pero, aunque creo que todo el mundo tiene derecho a opinar, no me parece bien salir con dos piedras en la mano y mandar al asilo a un señor que ha sido una institución para la isla y que ni mucho menos tiene edad de recluirse en un asilo, teniendo en cuenta que tiene un buen estado de salud y que ha demostrado conocimientos y profesionalidad en su quehacer político.

No tengo interés en que la sentencia sea o no justa, pero sí creo que el "partido" aún no ha terminado, y que queda tiempo para que sean ampliados o rebajados los cargos. En un partido de fútbol, ganando 2 a 0 a falta de 3 minutos, perfectamente se puede perder, así que dejen la puerta abierta que hay recurso ya en el Supremo en casación y puede que llegue al Tribunal de La Haya. Hay mucha tela que cortar todavía.

Lanzar campanas al viento o brindar con cava, como algunos de izquierda, no parece ni ético ni humano, y sí una mezquindad disfrutar del mal ajeno. Esos condenados tienen derecho a recurrir, sobre todo cuando se han saltado a la torera su presunción de inocencia durante casi quince años, como le ha pasado a Miguel, con una espada de Damocles clavada sobre su cabeza en todo este tiempo. Si no quiere tenerle pena, por haber sufrido la lentitud de la Justicia, al menos respete su terrible soledad.

Tampoco es lógico irse por peteneras y demagógicamente resaltar lo que se podría haber hecho con el dinero sustraído. Cae de maduro que esas cantidades se dediquen a las perentorias necesidades de muchas personas, pero existen muchas más fórmulas para mejorar la situación en general, como lo que vengo pregonando hace tiempo: una reducción de los salarios de los políticos y mejor reparto de la riqueza; no es lógico que cada día unos pocos se hagan más ricos y la clase media sea la más perjudicada. Hay muchas soluciones, pero poco interés en aplicarlas. El panorama político general es de tanta incertidumbre que muchos países empiezan a preocuparse. Francia acaba de darse un respiro.

La metáfora de la lata de gofio es un argumento manido, y muy utilizado por los canarios, pero en el caso de Las Teresitas no creo que se haya vaciado la caja ni que se demostrara que alguien se benefició. Lo que veo es un "pelotazo" de negocio como muchos otros que se realizaron en aquella época, y que era la forma habitual de proceder de cualquier negociante del sector inmobiliario y de la construcción, de los que se beneficiaron muchos, los primeros los ayuntamientos con sus tasas, y además: notarios, registros, tasadores, intermediarios y especialmente los propietarios de los terrenos, que cobraron un verdadero pastón por unos metros de solar. Fue un "boom" económico que dio trabajo y enriquecimiento a mucha mano obrera que ganaba más dinero que un gerente de una empresa. Todo era legal; la moralidad ya es otra cosa.

Respeto a Ricardo Melchior y creo honestamente que es un hombre trabajador y buen gestor de todos los cometidos que ha asumido, por lo que no es de recibo mandarlo al exilio, simplemente porque lleve años en la política o porque tenga edad suficiente para retirarse. Se puede tener 70 años y estar en plenas facultades mentales y físicas, y dar aún mucho a la comunidad. Es ilógico cebarse con alguien por demostrar cariño y afecto a otro compañero de filas.

Uno puede opinar lo que quiera. Si mis ideales son más conservadores, merezco el mismo respeto que los que no opinan como yo, así que no entiendo por qué la izquierda tiene esa tendencia destructiva, en la que prima el enfrentamiento por encima de la comunicación. Nadie posee la exclusividad de ser honesto.

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