Si alguien quiere tener una idea de lo que son las naciones cívicas frente a las naciones étnicas, solo tiene que pasar la aduana del aeropuerto de Los Ángeles. Los empleados y funcionarios son asiáticos, negros, hispanos y unos pocos, rubios. Los que responden a los policías asiáticos o hispanos pueden ser perfectamente rubios, pelirrojos y de piel blanca. Y aún no has visto las mezquitas de Tucson (Arizona) y Fresno (California). Aunque la primera impresión lo contradiga, después ya compruebas que por ahora estamos en un país de predominio blanco.

Piensas en Europa y no digamos España, donde los nacionalismos étnicos siguen en las mismas: en la más ominosa exclusión y castrador monismo. El aeropuerto de Los Ángeles te ofrece datos bien distintos: multiculturalismo globalizado y entrever el futuro, quiénes llevan ventaja. El progreso de verdad.

Yendo de Yuma (Arizona) a San Luis de Colorado (Sonora) un gran cartel en la carretera advierte de que la marihuana dispensada por prescripción médica (plenamente legal en al menos California y Arizona) es delito en México. En el México fronterizo no hay un solo dato que induzca a pensar que haya gente esperando su oportunidad.

He realizado dos viajes a EEUU, a graduaciones de posgrado de jóvenes canarios. Allí te encuentras con jóvenes políglotas; algunos, hijos de matrimonios de distintas razas -el mestizaje se impone-, que viajan por todo el mundo donde tienen amigos, que cambian de idioma o trabajo. Este es el indicador de la sociedad global cosmopolita, incompatible con nacionalismos, proteccionismos y pánico visceral a todo lo nuevo. Se entiende que sociedades hiperconservadoras como la nuestra vean (los que no lo van hacer) en la emigración el fin del mundo, cuando son muchos los jóvenes que desean emigrar. ¿No dijimos que eran los más preparados?

Si para Freud, Eros fue el instinto de vida, la potencia para crecer y enfrentar el riesgo, el instinto de muerte es la quietud, calor y protección del útero.

Contribuyeron por su posición objetiva e histórica al progreso, los afrancesados y liberales de las Cortes de Cádiz, los criollos independentistas americanos, las sufragistas, los anticolonialistas del Tercer Mundo, ilustrados del XVIII, liberales y socialistas del XIX, europeístas del XX. Los que alumbraron nuevos períodos históricos.

No es casualidad que sectores de izquierda, nacionalistas y sindicatos, sean las verdaderas fuerzas reaccionarias y retrógradas: funcional, teleológica y semánticamente; inmovilistas y conservadoras a tal punto, que confluyen groguis a lamerse las heridas, ante un mundo que los ha arrinconado y vaciado de ideas.