La Europa de las personas está sumida en el desasosiego. Empieza a estar harta de mirar la televisión para contemplar a sus fuerzas de seguridad incapaces de contener otro atentado más. Cada lugar puede ser el escenario, cada cosa un arma y cualquier persona un objetivo. No hay lugar seguro, no hay tranquilidad. Occidente tiene un problema gravísimo con el islamismo que no quiere intentar resolver, y tendrá que hacerlo. Y no será fácil, porque a España le costó ocho siglos echarlos, pero hay que pelearlo. Ya resulta hasta cansino escuchar el sonsonete de que los "islamistas buenos" son las primeras víctimas del "islamismo radical"; si es así, que lo resuelvan entre ellos, porque esa no puede ser la excusa para que nos entren a matar a la cocina de nuestra casa mientras permanecemos inmóviles.

No recuerdo ninguna manifestación pública islamista en contra de un atentado ejecutado por sus radicales, ni una. Pero por el contrario, sí la alegría del Estado Islámico o de los palestinos, que bailaban en las calles tras el atentado de las torres gemelas. La impresión de la calle es que nos están machacando sin que podamos hacer nada, y al final la seguridad es una sensación. Quiero suponer que, amén de las investigaciones de los servicios de inteligencia, la Unión Europea tiene pensado hacer algo más, porque la guerra santa será eterna, pero nuestra paciencia y nuestra existencia, no.

@JC_Alberto