Llega un momento, con el paso de los años, que uno se repite. Trata temas que ya ha planteado en ocasiones anteriores, y no resulta raro que los razonamientos ofrecidos con anterioridad no sean ya los mismos. Las circunstancias, el cambio de mentalidad, la influencia de otras ideas sobre el asunto, etc., hacen que cambiemos nuestra perspectiva. Hay, sin embargo, asuntos respecto a los cuales nuestro parecer es inamovible, y uno de ellos es la acumulación de piedras en la desembocadura del barranco de Santos, a la altura del Museo de la Naturaleza y el Hombre. Lo he tratado en otras ocasiones y no me explico la inactividad del ayuntamiento capitalino y la Autoridad Portuaria. Es una situación que se repite todos los años una vez concluido el invierno. Las escorrentías que nutren el caudal (¿?) del mencionado barranco dejan la última parte de su curso tapizado con una gruesa capa de piedras de todo tamaño que, en mi opinión, debería ser retirada con la mayor diligencia. La operación correspondería, creo yo, a la sección de obras del ayuntamiento -Urbaser puede que limpie ramas y papeles, pero no piedras-, mas no creo que ese departamento municipal cuente con los medios económicos suficientes para llevar a cabo la obra. Y es que para dejar el barranco en condiciones serían necesarios muchos elementos -camiones y palas mecánicas- que tendrían que utilizarse durante varios días, tal es la cantidad de cantos rodados acumulados. No obstante las dificultades apuntadas, no entiendo por qué la Autoridad Portuaria no interviene en el asunto: si el cauce no se limpia durante el verano, las futuras lluvias invernales cumplirán su papel y llevarán al mar todos los materiales que producen los aluviones. Resumiendo, dentro de no mucho tiempo veremos trabajar una draga en el recinto de la dársena de Los Llanos, pues el calado que ofrece en la zona mencionada disminuirá sensiblemente.

Lo expuesto en el párrafo anterior refleja con claridad las elucubraciones que me produjo uno de los debates ofrecidos últimamente en sus salones por la Real Sociedad Económica de Amigos del País, que parece haber levantado el vuelo tras la elección de su nueva junta directiva. En la reunión mencionada intervinieron, en primer lugar y entre otros, el ingeniero de caminos y miembro de la junta Juan Antonio Afonso Mosegue, que dio a conocer a la audiencia el "pavoroso" panorama con que se enfrenta el sector tinerfeño de la construcción ante la falta de áridos. Uno cree, con tanto basalto como nos rodea, que la piedra y la grava nunca faltarían llegada la hora de realizar una carretera, construir un puente o, sencillamente, un edificio, y nada más lejos de la realidad. En estos momentos solo hay una cantera en actividad, y las extracciones tienen ya fecha de caducidad: un par de años como máximo. Lo peor es que los estudios que lleva a cabo la Consejería de Industria para habilitar nuevos lugares que permitan solucionar el problema no son muy optimistas.

La opinión del señor Afonso fue compartida por Óscar Izquierdo, gerente de Fepeco, que abundó en los problemas que en ese sentido atraviesa el sector que él dirige. Ante esto -dicen que la ignorancia es atrevida, y a mí no me importa que me tachen de tal- aprovecho la oportunidad que me brinda EL DÍA para sugerir a los señores Bermúdez, Melchior e Izquierdo que mantengan una reunión y traten el asunto con ánimo constructivo. No creo que sea un disparate habilitar un solar en los alrededores del puerto, adquirir una machacadora -las hay de segunda mano- y aprovechar el material del barranco.