En el verano de 1977, las cuatro columnas de la "Marcha de la libertad" que habían salido de diferentes puntos de Euskadi y Navarra debían confluir en Pamplona, con el lema de "Nafarroa Euskadi da" (Navarra es Euskadi). La guardia civil impidió el acceso a la ciudad. Los convocantes fueron el nacionalismo vasco y abertzales más la extrema izquierda.

A principios de este mes, una multitudinaria manifestación en Pamplona reivindicó la bandera de Navarra (roja y con las cadenas del escudo de España), en protesta por la ley del Parlamento navarro que da a la ikurriña de Sabino Arana el mismo rango. La disposición transitoria cuarta de la Constitución contempla la incorporación de Navarra a Euskadi. No fue exigencia de los navarros, en absoluto, sino de los nacionalistas vascos, gracias a su fuerza disuasoria: ETA.

Los nacionalismos, antes de su propia constitución como nación, ya están pensando en la colonización y anexión de vecinos. (Navarra, "paisos catalans"). Por tanto, excluyen a muchos propios, pero anexan a los ajenos. Es una ley objetiva.

Hasta la década de los setenta del siglo pasado, casi todo el interior de Vizcaya y Guipúzcoa, la "tierra llana" y villas, eran carlistas. Muchos pueblos tenían fama de serlo, era algo definitorio incluso. Pío Baroja, con casa en Vera de Bidasoa (Navarra), decía que los únicos focos liberales de toda la zona eran San Sebastián y Bilbao. Las guerras carlistas del s. XIX habían tenido en Navarra el núcleo irreductible de enemigos de la modernidad, el liberalismo, las fronteras nacionales (no aduanas locales), en la defensa a ultranza del Antiguo Régimen y la religión, y dinastía que lo aseguraba. Conceptos como "montaraz", "guerracivilista", "partida", "intransigencia" deben mucho al s. XIX navarro. En la Guerra Civil, los carlistas formaron el Requeté bajo Franco. Su lema era "Dios, Patria y Rey". Constituían lo más antiguo de España, la última trinchera frente a la revolución industrial y burguesa, y unidad de mercado. Ahora se ha reeditado otro consorcio de antigüedades.

Lo extraordinario de Navarra y el país vasco profundo es que los carlistas pasaran de las posiciones más retrógradas, tradicionalistas, integristas del Antiguo Régimen, al abertzalismo, saltándose el PNV. Ahora mismo, abertzalismo, Podemos e izquierdismo han sucedido al carlismo por su misma oposición radical a la sociedad liberal e idea de ciudadanía. El etnicismo monista ha reemplazado al integrismo. Tienen exactamente la misma incompatibilidad, aunque actualizada, que tuvo el carlismo con la sociedad plural, abierta, inclusiva, liberal; de ciudadanos, sin tribu unívoca y coactiva.