De las muchísimas personas que esta profesión me ha dado la oportunidad de conocer, Pedro es de las que más me han impresionado. Lo hizo el día en que lo conocí y lo hace hoy casi veinticinco años después. Es inteligente, cercano, entrañable, trabajador, honesto, combativo, infinitamente respetuoso y defensor, por encima de todo, de los valores en los que cree y que tan diferente lo hacen del resto. El martes por la tarde tuve la oportunidad de entrevistar a Pedro Molina en la sede de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife; llevaba preparadas infinitas preguntas para lo que pudiera acontecer, pero al reunirme con él diez minutos antes, supe que ninguna de ellas me serviría. Pedro habla a puerta gayola, pero no porque le guste exponerse sin guion, sino porque no sabe hacerlo de otra manera.

Ante un auditorio repleto, Pedro Molina habló de su vida, de la de sus ancestros, de su manera de entender la producción del sector primario en Canarias y hasta del cáncer que padece. Hoy se ha puesto de moda la "inteligencia emocional", pero Pedro es un icono de esto desde siempre. Además, tiene una cabeza privilegiada que le permite hablar con conocimiento exacto de todo lo que aborda. Nada es en vano. Hoy escribo sobre Pedro Molina a sabiendas de que voy a ser inexacto y que me voy a quedar muy corto en todo, pero quiero que sirva, al menos, para atestiguar mi devoción por este personaje al que tantos adoramos.

@JC_Alberto