La Iglesia católica ha declarado el 9 de junio día de San José de Anchieta, el Apóstol del Brasil, uno de los dos santos tinerfeños, gloria de la Isla y del Archipiélago. No coincide con su fecha de nacimiento, el 19 de marzo de 1534, en San Cristóbal de La Laguna, ni con su declaración como santo por el Papa Francisco, el 4 de abril de 2014, sino con su muerte, el 9 de junio de 1597, con 63 años, en la Aldea de Reritigba, hoy Aldea Anchieta (Brasil). Solo he visto publicado una pequeña reseña en EL DÍA, con dos ofrendas florales: una en la casa en la que vivió en su infancia, en la Plaza del Adelantado, que en el 2014 permanecía cerrada y que esperamos que en el 2017 se abra y se convierta en casa-museo del santo. Y otra en la conocida rotonda sobre la autopista del Norte, frente a la avenida de La Trinidad, con una estatua ofrenda de Brasil, en honor del santo misionero, donde veo a doce personas (desconozco si alguna es una autoridad, local o académica). También fue sacado en procesión por las calles del casco lagunero después de la celebración de una misa en la Catedral, y el día 25 se celebrara otra misa en la parroquia de San José de Anchieta, en Residencial Anaga, Santa Cruz de Tenerife.

Era el tercer hijo del matrimonio formado por don Juan de Anchieta y Celarayan, natural Urrestilla (Guipúzcoa), y doña Mencia Díaz de Clavijo y Llerena, hija de Sebastián Llerena, judío converso que se había casado en primeras nupcias en 1525 con don Nuño Nuñez, judío sevillano, que falleció en 1529 y tuvieron dos hijos, Pedro y Gregorio. Por vía paterna, el padre Anchieta está emparentado con san Ignacio de Loyola. Sus padres, llevados por la fama de los estudios de los padres jesuitas, en la ciudad de Coimbra, decidieron que el joven lagunero fuera a Portugal a completar su formación, pues gramática, latín, matemáticas y ciencias había estudiado ya en La Laguna con los padres dominicos. Completada su formación académica en Coimbra, donde se dedicó al estudio y a la oración, destaca por su ascetismo y oración ante el Sagrario, que le produjo una escoliosis en la espina dorsal, por las múltiples genuflexiones que realizaba ante el mismo. El provincial de los jesuitas, aconsejado por los médicos, decidió que José de Anchieta partiera hacia Brasil, donde llegó un 8 de mayo de 1553, con 19 años . El 13 de junio arribó a la Bahía de Todos los Santos y comenzaba su labor apostólica. En 1551 ingresó en la Compañía de Jesús para participar adecuadamente en la evangelización de América.

El catedrático de Filología Latina Miguel Rodríguez Pantoja, que ha investigado su vida y su obra, es un gran admirador del personaje por su valiosa labor cultural, además de la religiosa y misionera. La lingüística, la antropología y la historia son algunos de los ámbitos en los que destacó. También se le considera arquitecto, médico, ingeniero, literato y humanista: "Un hombre de una cultura impresionante que no ha sido valorado adecuadamente, salvo algunas élites". Fue igualmente dramaturgo, gramático y poeta, además del padre de la literatura brasileña. Ha escrito en cuatro lenguas, incluyendo una nativa.

Se fue muy joven a Brasil con una misión complicada y compleja: evangelizar aquellas vastas tierras, lo cual no le impidió su extensa labor científico-cultural y escribir la primera gramática de una lengua indígena en América. Fue además pedagogo, poeta con más de seis mil versos, músico, lingüista, etnógrafo, experto en medicina natural, fundador de ciudades (Sao Paulo y Río de Janeiro), escritor con más de quince obras literarias y de teatro. Tenía grandes conocimientos naturalistas y de las artes, con estudios sobre la meteorología, la fauna y la flora brasileñas y sus aplicaciones medicinales. En mineralogía, en 1554, escribió sobre el descubrimiento de gran cantidad de oro, plata, hierro y otros metales. Según el beato Juan Pablo II, fue un gran defensor de los indígenas brasileños contra las injusticias de los colonizadores, componiendo un catecismo adaptado a su mentalidad, que contribuyó en gran manera a su cristianización. Son innumerables los milagros que se le achacan. Su celo de cristianización le mueven a realizar innumerables viajes, cubriendo grandes distancias, en medio de grandes peligros, recordó Juan Pablo II al beatificarlo en 1980. Pues como ocurre con otras figuras sobresalientes nacidas en la Isla, es un gran desconocido para la gran mayoría. ¡Hasta cuándo!