La verdad es lo que es,

y sigue siendo verdad,

aunqué se mire al revés.

Antonio Machado

La oportuna llegada a nuestro conocimiento de las reflexiones del mejicano Carlos Fuentes -"En eso creo"- enviadas desde Lima, por una muy querida amiga, se ha venido a juntar con el profundo análisis que desde hace días he venido haciendo del libro "Siete sendas hacia la paz" (Rotary International, 1959), que me fuera entregado en el año 1977, en la ciudad de Maturín, Venezuela, en el momento en que se me imponía el "botón rotario".

De estas meditaciones sobre el contenido de ambos importantes documentos, de todo lo que se desprende de ello, nos acercamos tímidamente a la realidad del mundo en que vivimos y, para desgracia nuestra, terminamos por comprender el terrible momento en que estamos sumergidos en el mundo actual, viendo el destrozo sistemático de los valores morales de la humanidad, con hordas de gentes manifestándose en las calles produciendo muertos todos los días, guerras cruentas amparadas en creencias religiosas y odios represivos, y para desviarnos algo de esos horrores, el tema de Oberdrech como otro hecho real de la descomposición de la comunidad mundial.

El aparato directivo de la comunidad mundial se ha convertido en un monumental juego de intereses en el cual los personales son el número uno del tema. Todo lo demás son complementos adheridos que giran alrededor de tramas muy bien urdidas que tienen al mundo a sus pies.

La política -¿qué es eso?- que nos dirige a lo largo del mundo se encuentra en camino del más cruento destino, en manos de esos intereses que mencionamos, en los cuales todos los elementos laterales son puros instrumentos para consolidar unos hechos que solo pretenden el poder de facto para así seguir disfrutando de los beneficios del mismo, sin importarles para nada las críticas o las censuras.

No es extraño entonces que todo lo que se oponga a esta trama se persiga y se destroce -como nos ha ocurrido a nosotros- con el fin de proteger el sistema implantado.

Pruebas y conocimientos de estos hechos sobran para comentar en estos largos años de nuestra vida, donde nos hemos encontrado de frente con las situaciones más insólitas, y hemos presenciados los juicios mas extraños, y vivido en primera persona, robos, infidelidades, malos tratos y vejaciones. Hechos y realidades incontrovertibles que han marcado nuestra existencia llevándonos hacia ese refugio permanente que es la lectura y escritura, y como fondo de todo ello: la filosofía rotaria.

Porque en esas siete sendas que Rotary proponía ya en 1959, en esta publicación comentada, venía ya la aclaración de que siete no cerraban el círculo que giraba alrededor de la consecución de la paz. Hay muchas maneras de trabajar para conseguirla, pero la lucha contra "el poder fáctico" que hemos denunciado continuamente es auténticamente titánica y, desde nuestro humilde punto de vista, utópica.

La paz no se puede conseguir cuando la corrupción ha alcanzado los límites que hoy descubrimos a cada paso que damos. No sirven para nada todos los esfuerzos que realicemos para lograr un mundo en paz, cuando hay quienes negocian con las guerras y con los pensamientos de las personas. Con el progreso del conocimiento, la capacidad y el intelecto de las masas, y todo lo que se les ponga por delante. Acabar con este sentido corrupto que está afianzado en el mundo nos parece, como decimos, una utopía.

La lucha contra "el poder fáctico" parece hoy una batalla perdida. Lo estamos viviendo. La justicia ha pasado a ser uno de sus mejores instrumentos para consolidarse en su posición. Si a alguien le asalta la duda, no tiene sino que irse a los acontecimientos mundiales que se registran cada día.

En este escenario, como una esperanza de vida, aparece la filosofía rotaria: servir es mi ocupación. Y no vamos a desmayar aunque seamos pisoteados en nuestro afán de enseñar al mundo a vivir en paz, impartiéndolo en normas, conceptos y modelos reales de cómo hay que profesionalizarse para poder convivir en paz en base al conocimiento, la comprensión, la honradez y la honestidad en nuestros principios. Somos muy conscientes en todo lo que nos dice la historia tan bien expuesta como lo ha hecho Carlos Fuentes, en su "En eso creo", o como lo reflejamos melancólicamente en nuestros "Sueños turísticos de Américas", que, como dice nuestra querida amiga peruana, tienen algo en común que nos llega a lo más íntimo de nuestros sentimientos.

Nos enfrentamos -nunca mejor empleada esta palabra- a un dilema mundial en el cual el frente común de la filosofía rotaria es un refugio al cual podemos recurrir para aportar ese granito de arena que las personas de bien llevamos dentro de nosotros, frente a esa monumental fuerza de la corrupción que nos atrapa como si fuese una serpiente. El esfuerzo y la constancia nos llevarán al triunfo personal, en el cual arrastraremos a muchas personas. No debemos bajar la guardia, aunque nos destrocen nuestros centros de enseñanzas y nos persigan cruentamente por querer "enseñar al que no sabe".

Decía Justiniano que "la justicia debe ser el deseo constante de dar a cada cual lo que se merece", y la poetisa Conchita Abreu Rascaniere añadía: "Espera, no te impacientes, puede ser que algún día estés allá arriba, e implantes la justicia que anhelas...". De ilusión también se vive.

El mundo gira. La ilusión cambia. Los personajes también. Pero el germen, la semilla, germinará de acuerdo a su contenido... Siete sendas hacia la paz no son suficientes para conseguirla, pero sí es un campo de trabajo que junto a nuestras experiencias de más de quince años trabajando con la Universidad para la Paz, y más de cuarenta con Rotary Internacional, sirven para modelar unos principios irrenunciables de continuar con las enseñanzas en el mundo del turismo internacional, contra todos los contratiempos posibles, aunque sea en las mismas faldas -o en los picachos- de la cordillera de los Andes americanos. Servir es mi ocupación.

*Del grupo de expertos de la Organización Mundial del Turismo (OMT)