Pablo Iglesias, con su habitual incontinencia verbal, nos habla de integración, pero a su ex Tania Sánchez la ha escondido detrás de una columna en el Congreso para sentar a su lado a su nueva concubina: Irene Montero. Y es que esta gente de Podemos es capaz de defender una cosa y la contraria al mismo tiempo. Además, lo hacen sin que se les caiga la cara de vergüenza. Por un lado, se otorgan la representatividad del maltrato machista y, por el otro, defienden regímenes totalitarios en los que los musulmanes obligan a sus mujeres a ponerse un burka y salir disfrazadas de saco a la calle. Mientras reclaman el papel de la mujer en primera instancia, se tutean con aquellos que le niegan cualquier derecho fundamental.

Pero este postureo galáctico también ocurre con los gais, las lesbianas o los transexuales, a cuyos actos acuden como abanderados de la causa, mientras juguetean, por ejemplo, con el régimen de Irán, donde cuelgan a los homosexuales de una grúa públicamente como penitencia a su osadía. Estas, entre tantas otras, son las miserias de los populistas con las que cada día tenemos que lidiar. Si con una cara le escupen al rey Felipe VI al ser la monarquía hereditaria, con la opuesta jalean a los estibadores cuando intentan orquestar todo un entramado para que sus hijos puedan heredar los puestos de sus padres. Y somos pocos los que les ponemos la cara colorada a estos charlatanes. A poco que escarbes, su discurso es puro postureo, es toda una gran y vomitiva trola.

@JC_Alberto