El partido de fútbol no era importante, solo una forma de pasar el tiempo cuando tienes casi 80 años. Los partidos de categoría regional sirven para eso, para sacar temas de conversación que poco tienen que ver con observar cómo los balones vuelan sin bajar el esférico al suelo.

Periódico en mano, Manolo y Julián no tienen que hacer más que eso, disfrutar del ritmo vital después de haber trabajado durante más de cincuenta años. Sin embargo, su pensión la destinan para sustentar a su familia y mantener a una prole que vive casi peor que los que sufrieron las consecuencias de la Guerra Civil y el franquismo en Canarias. "Antes se vivía mejor, quién lo iba a decir", repiten en cada saque de esquina. No han perdido la costumbre de abrir el periódico con las mismas ganas que ojeaban Mundo Obrero o el ABC, pero con la diferencia que, según ellos, las noticias de ahora no son mucho mejores que las de su época. Se preguntan si con la entrada del Partido Popular (PP) en el Gobierno de Canarias se van a solucionar los problemas del Archipiélago.

No entienden cómo alguien que gestiona el dinero público puede permitir que existan 130.000 niños en riesgo de exclusión social mientras los diputados canarios disfrutan de más de 500.000 euros al año en dietas. A su edad, les cuesta comprender que los datos alarmantes en dependencia, con más de 12.000 personas que esperan ser atendidas, es decir, gente de su misma edad que se ve indefensa mientras el Estado y los que prometieron ayudar no aparecen. El partido sigue cero a cero; ellos a lo suyo, a seguir analizando el periódico. Ni hambre tienen, porque saben que tampoco están para realizar grandes dispendios, que luego hay que comprar alguna golosina al niño, o por lo menos unas galletas.

Manolo le pregunta a su amigo: ¿tú crees que si Canarias está entre las comunidades con mayor tasa de riesgo de pobreza, se puede permitir que los mismos sigan gobernando? Julián sabía que, al fin y al cabo, eso da igual. Sabe que la solución pasa por un cambio en el modelo productivo; ellos no son licenciados en nada, pero tienen más claro que algunos lo que necesita Canarias. Deciden seguir viendo el partido y esperar a que todo fluya. Se piden otra cerveza y hablan de la partida de dominó de por la tarde. Será igual, con la diferencia de que jugando al dominó no se habla de política, solo de fútbol. Hasta ellos son contradictorios, como la política.

Saben que su misión es la de aguantar con su familia lo que venga, a la espera de que las promesas de trabajo sean una realidad, porque ya no le hacen caso a las estadísticas y las previsiones de crecimiento económico a las que mucho se apuntan. Son los que sacan las castañas del fuego. No tienen muchas esperanzas, pero no les queda otra: esperar.

@LuisfeblesC