La derrota registrada ayer en Getafe por el Tenerife debe circunscribirse solo al ámbito deportivo, pues esta isla, lejos de lo que pretenden algunos, ha sido, es y seguirá siendo de Primera. Y eso que desde algunos estamentos se viene maniobrando para que ocurra todo lo contrario. Baste como ejemplo la Zona Especial Canaria, con cierta querencia hacia Gran Canaria a la hora de promover el establecimiento de nuevas empresas, atraídas por las ventajas fiscales que ofrece este instrumento. Pese a estar en boca de destacados dirigentes del Archipiélago, sin embargo nadie se ha atrevido a levantar la voz para que se deje de primar a Gran Canaria frente a Tenerife. Se echa de menos que los responsables públicos de la Isla, tan dados a saltar a la palestra por asuntos de menos enjundia, no se hayan manifestado aún en este sentido y hayan reclamado a la presidenta de la ZEC, la popular Beatriz Barreda, que trate a las dos islas por igual. Quizás la llegada del nuevo vicepresidente, hasta hace pocas fechas secretario general de la patronal tinerfeña, Pedro Alfonso, sirva para poner orden en esa casa. Tampoco hay que olvidarse, porque el asunto continúa sin resolverse, de la sede de la Consejería de Industria en Tenerife, caso denunciado en estas mismas líneas el pasado domingo y del que se han hecho eco ya algunas organizaciones empresariales. Ni del problema de las carreteras. El consejero regional de Obras Públicas se mantiene en silencio mientras los conductores tinerfeños siguen padeciendo a diario largas colas.

A lo anterior hay que añadir el retraso que sufre Tenerife en materia de depuración de aguas y que está provocando que su litoral se esté convirtiendo en un auténtico vertedero y haya que cerrar playas en pleno verano. ¿Por qué se ha llegado a esta situación? Está claro que existe un evidente problema de planificación, pues la Isla ha crecido a un ritmo mayor que los servicios que precisa. Está muy bien presumir del número de turistas que visitan cada año esta tierra, pero hay que asumir también el coste que conlleva la llegada de tanta gente. Lo ocurrido en el último mes en Candelaria, Güímar y Granadilla con el cierre de las playas tiene una difícil justificación. Mucho están tardando los responsables públicos de Tenerife en solicitar inversiones urgentes para resolver este problema, pues el litoral de la Isla es uno de sus bienes más preciados y no se puede perder por la poca capacidad de unos pocos, que no supieron ver a tiempo que el desarrollo lleva aparejadas unas prestaciones mínimas.

La aprobación del nuevo REF económico debe repercutir en un mayor bienestar de todos los canarios. En esta línea, la reducción de los precios de los billetes de avión y barco es un buen ejemplo. O la subvención del cien por cien al transporte de mercancías, que ha de redundar en el coste de la cesta de la compra. Ahora conviene vigilar que sea realmente así y que nadie se aproveche de una situación que, a fin de cuentas, es un derecho para todos, no un privilegio de unos pocos.