En el momento en el que escribo este artículo no se aún si estaremos celebrando el ascenso del Club Deportivo Tenerife a la máxima categoría del fútbol Español. Lo que si se, pase lo que pase, es que tenemos el mejor equipo con la afición más entregada. Llegar hasta aquí ha sido sin duda gracias al sacrificio y esfuerzo de unos jugadores que lo han dado todo junto a un amplio grupo de profesionales, desde el primer empleado del club y todos los que pertenecen al equipo profesional, hasta el último componente de la cadena de filiales. Sí, de esa fábrica de futbolistas de donde han salido Vitolo, Suso, Dani, Alberto, Omar, Cristo o Jorge. Ellos, junto a jugadores arraigados en la isla como Aitor Sanz, Germán, Raúl Cámara y Carlos Ruiz, y a otros que han llegado esta temporada como Amath y Shibashaki, por citar dos ejemplos, han conformado un grupo extraordinario que nos ha hecho vibrar en esta complicada temporada.

Todo barco necesita un capitán que dirija la nave. Y es ahí donde ha brillado José Luis Martí. El técnico balear ya saboreó el ascenso como jugador blanquiazul hace 16 años -todos recordamos el gol de Hugo Morales en Butarque- y ahora, en su primera experiencia al frente de un banquillo, ha conseguido hacer crecer a un grupo de futbolistas que lo han dado todo para hacer feliz a esta gran afición.

Y lo ha hecho con un discurso tranquilo y sosegado, apelando a la unión del tinerfeñismo en todo momento y queriendo siempre sumar. Martí ha sabido conjugar la experiencia con la juventud y darle equilibrio al equipo, el mismo que siempre tuvo como jugador. Y eso, que parece sencillo, no lo es. Siempre fue lo que se denomina ''un jugador de club'', remando a favor de la entidad, minimizando los errores -que los ha habido- y exaltando los aciertos de los demás. Su frase como entrenador más repetida ha sido "Estoy orgullosísimo de mis jugadores". El mérito, para los otros; el error, para él. Esa humildad, unido a su constante trabajo, también ha tenido recompensa. Transmitiendo valores como la unión, el esfuerzo, la solidaridad y el trabajo; aspectos que en ocasiones están ausentes en la sociedad de hoy y que entre todos queremos que sumen más en el presente y en el futuro, con personas que comprendan el valor del esfuerzo, el compromiso, la deportividad y el respeto al contrario en el campo de juego.

Es justo citar a Miguel Concepción, un presidente que ha puesto su empeño a lo largo de estos años por hacer un CD Tenerife mejor. Ha conocido los sinsabores del fútbol: del ascenso a Primera al descenso a Segunda B. Pero nunca ha arrojado la toalla. Su tesón y constancia nos han permitido soñar. Su extraordinaria labor en la parcela económica ha supuesto un empuje definitivo para sanear un club al que cogió con cerca de 60 millones de euros de deuda y al que logrará estabilizar definitivamente.

Y por supuesto, mi reconocimiento a la afición. Con ellos, todo es más fácil. Remando siempre en la misma dirección. Apoyando al equipo en las buenas y en las malas. Sin rendirse ni bajar los brazos nunca. El Cabildo de esta Isla estará siempre apoyando a su Equipo, al Tenerifito de nuestros desvelos, el que levanta pasiones y despierta la ilusión por hacer en cada jugada que las cosas sucedan. Todos tenemos una historia con este equipo, uno o varios ascensos, una historia tuya o con tu padre y tus amigos. Una historia de alegría o de sufrimiento. Todos tenemos la pasión que estoy seguro que anoche volvimos a vivir.